Luis Aragonés: hace 40 años empezó la leyenda

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Luis Aragonés y Juan Carlos Lorenzo se saludan

Lunes, 25 de noviembre de 1974. 23.30 horas. “La Junta Directiva del Atlético de Madrid, reunida en la tarde de hoy, tras aceptar la dimisión presentada por Juan Carlos Lorenzo, acordó nombrar entrenador del equipo a Luis Aragonés, que con tal fin, causa como baja como jugador profesional de la plantilla”.  Esa fue el comunicado difundido por el club a los medios de comunicación.

Como curiosidad, la noticia no apareció impresa hasta dos días después, ya que los lunes el gremio de la prensa escrita no trabajaba pues era el día de descanso que estaba fijado por la legislación de entonces. Los acontecimientos empezaron a precipitarse el día anterior. Vicente Calderón se reunió en su domicilio con la plana mayor de su Directiva. Unas horas antes, 2-2 frente al Sporting en la novena jornada. Quini, a cuatro minutos del final, puso el 2-2 en el marcador, igualando el 2-0 con que los rojiblancos se pusieron en ventaja. El Atlético figuraba en décima posición sumando ocho puntos, a siete del Real Madrid, líder en la tabla.

El futuro de Juan Carlos Lorenzo como técnico se debatió en casa del presidente que quiso sondear a sus hombres de confianza. Disparidad de criterios. Una parte veía conveniente que se produjese un cambio para traer aire nuevo y otra se resistía a ello recordando el buen poso de su trabajo que se reflejó en el curso pasado con su gran campaña en la Copa de Europa. Además, faltaba conocer la opinión del resto de directivos, ausentes en aquella reunión. Quedaron en abordar la cuestión 48 horas después, pero la cita se adelantó a la tarde del día siguiente en el estadio. Por la mañana, Juan Carlos Lorenzo telefoneó a Vicente Calderón para comunicarle que dimitía.

Lunes, 25 de noviembre. Gabinete de crisis en el Calderón. La Directiva del Atlético debía elegir contrarreloj al nuevo entrenador. El domingo, el Atlético viajaba a Mestalla para enfrentarse al Valencia. El presidente tenía en su cabeza el nombre, el recambio de Lorenzo, el futuro técnico y lo expuso a sus directivos. Todos aprobaron la elección, El elegido llevó la ilusión a los presentes. A las 20.30 horas se hizo un inciso. Se telefoneó a Luis Aragonés para hacerle una proposición. Ofrecerle el cargo de entrenador. El de Hortaleza pidió tiempo para decidirse. El plazo era exiguo. Una hora después le volvieron a llamar y escucharon el ansiado ‘sí’ desde el otro lado del hilo telefónico. Tras una década como jugador le tocaba iniciar una nueva etapa en el Atlético.

El relevo en el banquillo tuvo lugar el martes 26 a las 10.30 horas. En el vestuario. Se dio la anécdota de que hubo que esperar unos minutos porque Lorenzo se retrasó en su llegada al estadio. Hablaron el presidente y los dos técnicos: el saliente y el entrante a la plantilla. A las 10.50, Luis Aragonés subió en primera posición los peldaños de las escalaras que daban acceso al césped. Vestido con el chándal de entrenador. dirigió su primera sesión por espacio de una hora y media. Acompañado por Joaquín Peiró, su segundo. En las gradas, una centena de aficionados y con toda la Directiva, a excepción de Vicente Calderón, siguiendo el entrenamiento. Luis mostró su libro de estilo. Controló en todo momento al grupo.  Como uno más se puso a realizar estiramientos. Trabajo eminentemente físico, con ejercicios de balón. Luis, dialogante, dio consignas y no dudó en  poner a prueba a los guardametas en los ejercicios específicos de preparación.

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Vicente Calderón y Luis Aragonés

Nada más acabar el entrenamiento, primeras palabras de Luis como entrenador a los periodistas que aquella mañana se dieron cita en el Calderón.  “Sé que tengo fama de antipático y callado. Procuraré cambiar. No hay más remedio”.  Toda una declaración de intenciones. En cuanto a lo primero, tuvo sus momentos. Los que convivimos con él no dejó de sorprendernos. Un día te cruzabas con él y ni te saludaba luciendo un rostro huraño, y al día siguiente, era pura simpatía, pero impagables sus tertulias de fútbol acompañadas de algunas cañas en el bar que regentaba Marcial, cerca del estadio. En Virgen del Puerto.

Al entrar en el vestuario y al verle vestido con el característico chándal que solía vestir el entrenador (blanca la parte superior y rojo el pantalón) me quedé sorprendido. Bueno, todos en general. Desde el primer momento marcó distancias. Nos empezó a tratar de usted cuando se dirigía a nosotros y todos entendimos su nueva condición. Pasó de compañero a jefe y todos lo asumimos”, resalta José Luis Capón.

Nos pidió compromiso, respeto, unión y entrega en su primera alocución al equipo. No empezamos bien la temporada y era un momento delicado pues nunca es bueno cambiar de entrenador en los primeros meses de competición. La ventaja es que nos conocía a todos, pues pasó a entrenador de la noche a la mañana”, apunta Marcelino. “A mí no me cogió de sorpresa verle como nuestro entrenador. Ya fue un líder como futbolista. Le gustaba arengarnos, motivarnos. Fue complicado los primeros días no poderle tutear, pero asumimos su nuevo papel en el equipo”, señala Alberto. “A mí me benefició en parte que Luis pasase a ser entrenador, pues había un jugador menos en el centro del campo. Luis trató de inculcarnos el buen trato del balón Lo cierto es que el Atlético contaba con futbolistas de toque», apunta Salcedo.

Irureta tira de memoria. «También le gustaba apostar por el contragolpe y conocía perfectamente su ejecución, pues fue un arma muy utilizada en su día por Marcel Domingo. Loa movimientos nos eran conocidos y los realizábamos de manera mecánica. Además, por aquella época, el equipo contaba con jugadores muy rápidos, caso del ‘Ratón Ayala’”.

En su primera alocución, Luis pidió comprensión a la afición. “Que se sienten mentalmente en mi sillón y que me den tiempo para hacerme con las riendas, para poner en práctica todo lo que quiero”. Y claro que lo hizo. Disfrutó de lindo con su dirección en el banquillo. La leyenda de Luis Aragonés se inició aquella mañana de noviembre en el Vicente Calderón. Hace 40 años.  Luego, de todos es sabida su dilatada trayectoria: Atlético (hasta en cuatro etapas), Betis (en dos etapas), Barcelona, Español, Sevilla, Valencia, Oviedo, Mallorca (en dos etapas) y Fenerbahçe. Antes de emigrar al fútbol turco puso la guinda con el legado que nos dejó: Eurocopa de 2008,  y sobre todo, padre del fútbol de toque con que La Roja enamoró y conquistó el planeta fútbol en el intervalo de seis años alzándose con el Mundial de 2010 y la Eurocopa 2012.

About Francisco J. Molina Quirós

Desde 1988 ligado al periodismo deportivo, pero me encanta escribir sobre lo que me rodea.

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