A este paso la gaviota se marchará del logo del PP. El mesecito para el partido de la calle Génova está siendo de aúpa. Primero, con varios miembros protagonizando uno de los casos más sonrojantes de corrupción: el de las tarjetas black de Cajamadrid. En el que también se vieron salpicados PSOE, IU, UGT, CC.OO, amén de empresarios y hasta un ex jefe de la Casa Real. Segundo, con el papelón de Ana Mato y Javier Rodríguez, ministra de Sanidad y consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid en el caso de ébola de la enfermera Teresa Romero.
Tercero, con la ‘Operación Púnica’ en la que a Francisco Granados se le quitó la careta. Unos meses antes, de manera pública, se jactó de su incorruptibilidad. Cuarto, con la alarmante caída en la intención de voto (un 16 por ciento) tras el último barómetro electoral realizado por el CIS. Y echando mano un símil taurino. No hay quinto malo. Para poner más un nubes negras y hacer peligrar la presencia de la gaviota en su logo, llega el ‘Monagogate’.
El diario ‘Público’ destapó hace un par de días que entre el 3 de mayo de 2009 y el cuatro de noviembre de 2010, José Antonio Monago, entonces senador por el PP por Extremadura, realizó 32 viajes a Canarias. Lo hizo aprovechándose de su condición de senador. Viajes en business. Los desplazamientos no tuvieron un carácter oficial. El señor Monago, que unos días antes pidió más contundencia ante la corrupción y que no bastaba solo con pedir perdón, se desplazó a Tenerife para ver a una amiga. El señor Monago está en derecho de hacerlo, pero dado que era de carácter privado, lo suyo hubiera sido pagarlo de su bolsillo. Pero no lo hizo presuntamente. No lo ha justificado. Si lo ha hecho así que lo demuestre. De momento no lo ha hecho. Se lo cargó al Senado. Pagado por todos los españoles.
Un nuevo guiño de insolidaridad con la que estaba cayendo por entonces. Un nuevo caso de que los políticos solo miran por sus intereses. Un nuevo caso de cinismo. Un nuevo caso de que un político puede hacer lo que le plazca y que tras una conducta reprochable no dimite. Cuando este artículo se está escribiendo no lo ha hecho y con el agravante de que Monago se verá públicamente con Mariano Rajoy en la cumbre de presidentes autonómicos de esta formación en Cáceres donde Monago ejerce de anfitrión. Tiene guasa la cosa.
Como que Carlos Muñoz, diputado del PP por Teruel, presentase su dimisión el viernes 7 de este mes por sus viajes a Tenerife, cargados al Congreso, para visitar a la misma mujer que hizo Monago en los últimos dos años. Muñoz tiene intención de dimitir como secretario provincial del PP y renunciar a su acta como parlamentario. Luisa Fernanda Rudi, presidenta de Aragón, instó al diputado a que presentara su dimisión al destaparse el caso. Todo lo contrario con Monago, cuyos compañeros trataron de darle una coartada. “A Monago se le encargó que aparte de Extremadura se le asignó Andalucía y Canarias, por lo que se tenía que desplazar a esos territorios infinidad de veces para hacer trabajos parlamentarios”, justificó Fernando Manzano, secretario regional del PP por Extremadura. La coartada se cae por su propio peso. ¿Para que están entonces los senadores andaluces o canarios? Si viajó a Canarias ¿por qué solo lo hizo a Tenerife?. Ningún compañero de partido en el Senado tenía conocimiento de esta supuesta nueva directriz en el PP. Mejor quedarse callado, señor Manzano. Ya está bien que nos tomen el pelo y que nos tomen por tontos. Cansa. Harta.
Todos los partidos piden transparencia. Pues aquí tienen un buen ejemplo para hacerlo. Basta ya de impunidad y privilegios. Que el diputado y senador de turno se pague de su bolsillo los viajes que quieran realizar a título personal. Desde la próxima legislatura. Ya sabemos que es un derecho que tienen garantizados desde la primera, pero parece que la casta política es inmune a la pérdida de derechos laborales como le ha ocurrido al pueblo llano, a los trabajadores en los últimos años. Los recortes no llegan a sus distinguidas señorías. Ya es hora de que lo hagan No es de recibo que el Congreso y el Senado sean la agencia de viajes de sus distinguidas señorías. Da miedo. Da pavor. Como en el caso de las ‘tarjetas opacas de Cajamadrid’, la barra libre se ha instalado y no hay que ser un lince para creer que habrá más de una escapada de nuestros representantes a cualquier punto de la geografía española. Hay motivos. Gozamos de bellos rincones.
El señor Monago está en su derecho de viajar y verse con quien quiera, pero que lo haga pagándoselo de su bolsillo. A ustedes se les está llenando la boca con los continuos casos de corrupción que están destapando. Varios en sus filas. Sean coherentes. Den ejemplo. No pongan más cortinas de humos ni tiritas a las heridas. Actúen. Muestren contundencia. Saquen la mano izquierda. Saquen del tiesto las manzanas podridas. No nos pueden representar. No nos pueden gobernar. Échenlas.
About Francisco J. Molina Quirós
Desde 1988 ligado al periodismo deportivo, pero me encanta escribir sobre lo que me rodea.