Lo fácil es disparar contra el pianista, el mensajero. El último en hacerlo ha sido Joaquín Caparrós, un tipo llano, sencillo, que respira futbol por todos sus poros, montó en cólera al ver el titular de la portada de Marca en su edición del viernes. “Solo pido que no nos pasen por encima”. Así quedó resumida la entrevista que le hicieron. Una frase que le impactó al verla impresa.
Es lo que les suele pasar a los entrenadores, futbolistas y presidentes cuando ven escrito algo que han dicho. Lo mismo podría pasarles si la escuchasen por las ondas, pero en este caso pasa inadvertido. Como si pareciese que es algo fugaz. “Las palabras se las lleva el viento”, se suele decir. No importa que su propia voz les delate, pero es la grandeza de la Prensa escrita. Lo que en ella aparece no prescribe. Está ahí. Presente, pero que también será siempre eterno. A Caparrós, al ver la frase de marras le entró un complejo de culpabilidad. Se vio que quedó retratado ante su vestuario, por lo que le tocó escenificar y hacer de Michael Keaton, actor con el que tiene un cierto parecido y montar su numerito al romper la portada del rotativo deportivo.
Mientras lo hacía lo secundaba con un discurso que trataba de ser de enfado, pero se vio que era de cara a la galería. Si realmente hubiese estado enojado de su boquita hubieran salido otras cosas. Se vio que era una pose. Una forma de tratar de quedar bien ante el vestuario, su presidente y la afición del Granada. Hace dos décadas, Luis Aragonés dio en la antigua sala de Prensa del Vicente Calderón un curso acelerado sobre lo que era una peineta y un corte de mangas tras protagonizar un incidente con un árbitro en El Sadar. El viernes, Caparrós hizo otro sobre cómo hacer trizas un periódico. No le hizo falta una trituradora de papel. Se lo cargó con sus manitas. Con un giro enérgico de muñecas. Un gesto reprobable. Un gesto chabacano. Un gesto cruel. De menosprecio.
Nadie puede dudar de la profesionalidad de Enrique Ortego, ‘el profesor’. A estas alturas de la película no tiene nada que demostrar ni hacer méritos por un titular más o menos llamativo. La frase de Caparrós es futbolera. Tampoco era de menosprecio hacia el Granada. Una frase lógica viendo el estado de su rival. Un Real Madrid que llegaba lanzado a Los Nuevos Cármenes tras hacerle una manita al Levante, meterle 0-3 al Liverpool y 3-1 al Barcelona. “Solo pido que no nos pasen por encima” no suena a menosprecio. Es un pensamiento humano ante lo que se le podía venir encima. Caparrós sabe que soltó esa frase y escudó su inocencia culpando y disparando contra el mensajero. Lo fácil. Cada uno es prisionero de sus palabras, pero Caparrós decidió ponerle los grilletes a su interlocutor. Hubo quien se frotó las manos ante las acusaciones del técnico poniendo en evidencia la fiabilidad del diario deportivo.
Uno ya no está en Marca. Mi casa durante 23 años. Pero le dolió el gesto de Caparrós haciendo trizas el Marca. Ahí hay grandes profesionales. A unos se les puede leer diariamente sus artículos, entrevistas o crónicas pues llevan sus firmas. Pero también hay un puñado de periodistas que hacen un trabajo que no se ve, que puede pasar inadvertido, pero que es necesario para que el buen funcionamiento del periódico y que este salga todos los días. Por eso me indignó lo que hizo Caparrós. Hizo trizas el trabajo de mis compañeros. Solo porque no supo digerir lo que dijo. Él sabe que lo hizo.
Pero Caparrós quiso prolongar su numerito. En vez de pedir perdón públicamente unas horas después lo dejó para el día siguiente tras el partido. Quizás, quiso esperar por si sonaba la flauta y el Madrid no tuviera su día. Pero no fue así. La lógica se impuso. También las premisas de Caparrós, pues él sabe un puñado de fútbol. 0-4 para los blancos que pudieron ser algunos más. El marcador pudo ser de escándalo. Tras el partido, llegaron las disculpas de Caparrós. Esta vez, y como siempre se coge antes un mentiroso que a un cojo. A Caparrós se le pilló. La entrevista de Ortego quedará siempre impresa. Como quedarán siempre grabado la imagen de la escenificación de Caparrós.
No pasa nada. Somos humanos. Todos tenemos salidas de tono, pero por favor, que nadie le imite. Que no la tomen con ningún periódico. Que no le hagan trizas, pues contienen dedicación, esfuerzo, trabajo, talento y amor. Esperemos que el técnico utrerano no cree escuela. Pero otra cosa. No pasa nada por decir lo que uno piensa. Pero ya puestos, si luego les da un ataque de culpabilidad, Caparrós y demás personajes públicos, piensen las cosas antes de decirlas para luego no tener que romper un periódico. Por favor, no lo hagan.
About Francisco J. Molina Quirós
Desde 1988 ligado al periodismo deportivo, pero me encanta escribir sobre lo que me rodea.