Se ha aprobado la ley de consultas en Catalunya. Es una victoria de la democracia, dicen en Barcelona. Es un atentado a la democracia, dicen en Madrid. Yo me pregunto si más bien el atentado a la democracia es que sea noticia que un parlamento pregunte a sus ciudadanos. Que pregunte y que la respuesta no sea vinculante. Es decir, en Catalunya dan palmas con las orejas porque Mas ha conseguido firmar una ley en la que – además insisten sobremanera en ello – se establecen los mecanismos para realizar consultas no refrendarias. Pero vamos a ver, el Parlament, igual que el Congreso, ¿no son en teoría organismos de decisión popular? Entonces, ¿es una victoria que un organismo de representación pública pregunte a sus ciudadanos? Rotundamente no, debería ser lo cotidiano según la lógica democrática.
Momento de la Firma de la convocatoria de la consulta catalana.
Vaya por delante que a mi me encanta este desafío al gobierno central, que se llame a la desobediencia y que un pueblo tome conciencia de sí mismo. Lo que me resulta realmente triste es que millones de catalanas estén celebrando hoy el comienzo de un proceso que creen emancipador. Párense a mirarlo de este modo: este proceso, por mucho que les duela a muchos, lo ha liderado – que no creado – la oligarquía catalana; esa misma oligarquía que día tras día pide que se eliminen prestaciones sociales, que se moderen los sueldos y que se bajen los impuestos a grandes fortunas. ¿De verdad creen ustedes que alguien así va a realizar algún acto emancipador de un pueblo? Lo más gracioso del asunto es escuchar cómo el nacionalismo español sale en tropel a acusar este “nacionalismo” – catalán, se entiende – de ser el causante de todos los males de Catalunya cuando ellos mismos no se dan cuenta de que adolecen del mismo problema. En eso tengo que reconocer que el pueblo catalán lleva años de ventaja al “español”, si es que este existe.
Todo esto me ha venido a la cabeza cuando he visto en la teatralizada foto de la firma al señor David Fernández del “caballo de Troya” llamado CUP. Si de verdad la CUP es una alternativa popular al poder capitalista no entiendo como legitiman todo este proceso. Pero vamos a ver, no hay que ser licenciado para saber que CiU levantó el telón independentista mientras les robaba a los ciudadanos – privatizar, dicen ellos – servicios tan básicos como la sanidad o el agua. ¿Qué hay más emancipador que poder beber agua sin tener que pagar por ella a un señor que no ha movido un dedo en su vida? Pues eso, Convergència o Esquerra Republicana jamás, repito, jamás, van a dar su parcela de poder al pueblo.
Por todo esto, quiero dar la enhorabuena al pueblo catalán por haber construido su gran tejido político y social, que siempre he admirado y que espero que consiga algo similar a lo de 1917. Sí, hoy estoy contento porque si el “inteligente” gobierno del PP desautorizase al Parlament podría provocar un verdadero estallido popular similar al de hace 97 años, en parte gracias al desafío institucional que ha lanzado la Generalitat.
Resumo: la consulta que se ha convocado hoy en Catalunya no es en ningún caso una victoria del pueblo, puesto que aunque consiguiese la independencia, seguiría padeciendo la verdadera opresión capitalista dentro de sus nuevas fronteras. Pero.
Aún así, es muy positivo que se promueva la desobediencia civil en una sociedad como la catalana, ya que gracias a su cultura política podría fácilmente dar verdaderas respuestas a quien día tras día se queda con el fruto de su trabajo.
Poble català, la independència no es respecte d’altra nació; la independència s’aconsigueix quan ningú viu gracies a explotar a algú altre. Bon cop de falç, defensors de la pela.
A. Hoces, graduado en Historia
