De un tiempo para acá, la Copa ha sido catalogada por Madrid y Barça como un título menor. Ambos clubes han puesto sus miras en la Liga y Champions y han minimizado este título desde el puente aéreo dependiendo de la identidad del campeón. Craso error. La Copa da lustre al palmarés. Como es la Supercopa de España. En esta ocasión, la Copa tiene su peso específico. Primero, por disputarla ambos. El que se la lleve le dará un golpe moral al otro. Segundo, por urgencias. Más del Barça que lleva una ‘semana horribilis’. Fue eliminado de la Champions y en Liga ya no depende de sí mismo. Los azulgranas han metido el victimismo y pesimismo en su equipaje para Valencia. Hace mal el Madrid en confiarse.
Una cosa está clara. Gane o pierda el Barça necesita un lavado de imagen. El fin de ciclo es una realidad. Todo tiene un principio y un final. Son épocas. Los azulgranas han vivido años de vino y rosas, de vacas gordas, pero tiene que reinventarse. Le ha llegado el momento de hacerlo. Lo malo para sus intereses es si la FIFA no le levanta la sanción. Para empezar, deberá resolver el ‘enigma Martino’. Levante o no la Copa, la continuidad del argentino se presume imposible. Firmó hasta 2015, pero hay una cláusula por la cual, ambas partes pueden renunciar al segundo año tras previo pago de una indemnización.
Sí, el Barça no tendrá en el once a Víctor Valdés y todo pinta que tampoco a Piqué. Marc Bartra es duda y Puyol, que se ofreció para jugar, se postula como opción. Martino, llegado el caso, podría echar mano de Adriano o Sergio Busquets como acompañante de Mascherano. La fragilidad defensiva le hace perder favoritismo. Como no jugar bien. Ya lo demostró en el Calderón y en Los Nuevos Cármenes. El Madrid, por el contrario, está más acostumbrado a ganar sin hacer un fútbol de relumbrón.
Para los blancos, la Copa es la primera de las tres balas que tiene en el tambor. La de la Liga es una utopía y la de la Champions, una incógnita. Aún pueden ganar uno, dos, tres títulos o ninguno. Si solo alzasen la Copa, escaso botín, pero como en el caso azulgrana, le valdría para salvar la temporada. El Madrid acude a la cita sin su estrella. Salvo Dortmund, siempre le fue bien sin el luso. Una baja que se pudo haber evitado si no se le hubiese permitido viajar a Alemania y haber hecho las pruebas necesarias con anterioridad. Se perdió un tiempo precioso. Si se hubiese seguido el protocolo, el portugués habría llegado a Mestalla. Lo malo es que va a llegar muy justo para la ida ante el Bayern. El ego de Cristiano le traicionó como la falta de autoridad de Ancelotti y la de previsión del club. Es imperdonable que en dos citas trascendentales no se pueda contar con su máximo exponente visto lo visto.
En el Madrid, el enemigo lo tiene en casa. Ancelotti ha traicionado la lógica en sus dos anteriores enfrentamientos con el Barça. En uno, apostó por Sergio Ramos como pivote. En el otro prefirió renunciar al balón. Sin Cristiano, lo normal sería dar entrada a Isco. Más talento. La baja del portugués debe ser aprovechada por alguien que esté dispuesto a dar un paso al frente. Los ojos apuntan a Bale. Veremos si el galés coge el guante. El que seguro que lo hace es Di María. El argentino se presume como clave. Por su atrevimiento, arranque y velocidad. El Madrid hizo bien en retenerle. Como la vuelta de Casillas. El mostoleño vuelve a disputar una final y a verse las caras ante los culés. Mañana, fiesta en una fuente que empieza por C: Canaletas o Cibeles. Una afición celebrará la Copa como si fuese otro título que también se inicia con la letra c: la Champions.
About Francisco J. Molina Quirós
Desde 1988 ligado al periodismo deportivo, pero me encanta escribir sobre lo que me rodea.