Segunda parte de la vida y aventuras de Barbarroja

Continuando la colaboración con Alberto Hoces-García, Grado en Historia, y su blog  medipiratas.wordpress.com , ofrecedemos la segunda parte de Barbarroja.

Terminábamos nuestra entrada “Barbarroja”(I) con Aruj “Barbarroja” dirigiendo sus naves hacia Italia, tras haber aumentado su prestigio dentro del Imperio Otomano. La expedición resultó fructuosa en lo que a presas se refiere, pues capturó unas cinco, pero durante el tiempo que estuvo en la mar los “affaires” políticos del Imperio Otomano habían llevado a su protector Korkud a tener que emprender la huida hacia Egipto. Pese a que ello conllevara haber perdido su buena posición en el Imperio, Aruj supo manejarse – gracias a las nuevas conexiones de Korkud – para que Qansuh al-Ghawri, a la sazón Sultán de Egipto, le concediera un nuevo mando; no hay mal que por bien no venga. De esta manera, Barbarroja inicia sus operaciones desde la costa sur del Mediterráneo, algo que ya sería característico de ambos hermanos hasta su muerte.

Barbarroja según Francisco de Goya

Barbarroja según Francisco de Goya.

En un primer lugar, Aruj se manejó desde Alejandría – concretamente, aquí -, para pasar posteriormente a operar desde la costa tunecina. Establecido junto a su hermano Hızır en Djerba – esta isla -, trasladan sus operaciones al Mediterráno Occidental, hostigando navíos de origen italiano y español. Su fama y éxito les permitió utilizar el puerto de Túnez – “La Goleta” –  desde 1504, a lo que sin duda contribuyó la labor realizada transportando mudéjares desde las costas de la Península Ibérica hacia África. Sus servicios fueron de especial importancia puesto que los musulmanes de los dominios de los Reyes Católicos habían sido obligados a convertirse en 1502, tras una serie de revueltas en 1499. Como reza el popular dicho, “la fe mueve montañas”, y la negativa de muchos musulmanes ibéricos a convertirse les obligó a exiliarse a África, para lo que fue vital la participación de las naves de Aruj. Es en este momento cuando su nombre llega a orillas cristianas, comenzando a ser conocido como “Barbarroja”. Una teoría sostiene que se trata de una deformación de “Baba Aruj”, ya que fue conocido así entre los musulmanes tras estos traslados. Por si os lo preguntáis, “Baba” es un título honorífico que denota un gran respeto y significa algo similar a “padre”.

Tras la toma en 1509 de Orán – aquí – por parte de Pero Navarro para la corona española, la presencia de las naves y ejércitos de la misma se incrementó en la costa africana. Apuntad el nombre de Pero Navarro, por cierto, ya que volveremos a hablar de él. Como decíamos, la iniciativa hispana continuó, haciéndose con el control de Bugía – aquí – e intentando tomar Djerba. Resultando esta última expedición un fracaso para los intereses españoles, los ataques de Aruj se intensificaron, atacando Bugía en 1514 y lanzando un contraataque contra las posesiones hispánicas. Habiendo perdido un brazo como consecuencia de un disparo, se hizo fabricar uno de hierro con la mano de plata; brazo que portaba cuando atacó Andalucía, Valencia, Alicante, las Baleares y se acercó por las costas italianas, para perjuicio de unas cuantas naves genovesas. Cabe destacar que no todas estas expediciones fueron fructíferas, ya que tuvo que retirarse de Bugía tras la ayuda que ofreció a la ciudad la flota de Miguel de Gurrea.

Ya en 1516, nuestra historia se traslada hacia Argel – aquí -, puesto que tras la muerte de Fernando el Católico, el teóricamente vasallo de la corona española sultán de Argel, Abu Hamo Musa III, decide aprovechar la situación para romper este vínculo. Como parte de su estrategia, quiso contar con Aruj para enfrentarse a los españoles, por lo que este navegó hasta la ciudad. A su llegada, el primer Barbarroja se dio cuenta de la precaria posición del sultán así que decidió derrocarle y ocupar su lugar. Perro viejo.

Ya al mando de la ciudad, tuvo que soportar un contraataque comandado por Diego de Vera del que salió airoso y que le confirmó en el poder en la región. El año siguiente, 1517, tomó Tremecén – en esta posición -, consolidándose como una seria amenaza para las costas ibéricas. Consciente de que él solo no podría hacer frente a una flota como la española, negoció con el sultán Selim I, rindiéndole pleitesía y convirtiéndosede iure en vasallo del Imperio Otomano; aunque siguió actuando con bastante autonomía.

Es entonces cuando los españoles se vuelven contra el avance de Aruj y lanzan una gran ofensiva para tornar Tremecén a su órbita de influencia… La campaña, encabezada por el Marqués de Comares, logró en un primer momento derrotar y matar a Ishaq para, tras recibir refuerzos ambos bandos, acabar con las fuerzas y la vida de Aruj. Después de ello, en la Península se atrevieron a pensar que estaban a punto de acabar con la amenaza argelina. Pobres.

Sí, hemos comenzado la entrada con la muerte de Aruj en vez de matarlo en la anterior. La razón de ello es vincular su muerte con el surgimiento del segundo Barbarroja – ya que también podríamos haber comenzado esta entrada con Hızır directamente – pero creemos que su ascenso se entendería mejor si comenzábamos con a la desaparición de la figura de su hermano. De esta forma, cuando Aruj dejó de ser una amenaza, la situación pintaba francamente bien para una Corona Española que creía eliminada su principal amenaza en el Mediterráneo Occidental. Pero una vez retornada Tremecén a la corona imperial – en mayo de 1518 -, Hızır reclamó para sí el sultanato de Argel y se hizo con el sobrenombre de su hermano. Barbarroja no había muerto. El Mediterráneo conocía de esta forma un nuevo Barbarroja que agrandaría más aún la leyenda que Aruj había comenzado a forjar durante sus 55 años de vida.

Como decíamos, el Emperador estaba convencido de que al ganar la mano había ganado la partida, por lo que se decidió a exterminar la amenaza atacando directamente Argel. La expedición, dirigida por Hugo de Moncada, fue un completo desastre. Al año siguiente volvió a intentar un nuevo ataque…que se convirtió en un nuevo fracaso. Hızır se confirmaba como digno heredero de su hermano y proclamaba que Barbarroja no había muerto. ¿Y qué mejor manera de hacerlo que atacando el sur de Francia y la Península Ibérica?

Ya en 1520, y por tercer año consecutivo, Hugo de Moncada volvía a embarcarse contra la piratería berberisca; consiguiendo esta vez retomar Djerba, la que fuera primera base de los hermanos Barbarroja en la costa tunecina -y que está aquí. Pero este breve renacer del poder naval cristiano en el Mediterráneo duraría poco porque había llegado otra estrella al escenario. Se trataba de Solimán I, que fue coronado sultán en Estambul en 1521 y que pasaría a la historia como “El Magnífico”. El terremoto que provocó en Europa es bien conocido, pero sus conquistas no se restringieron al continente sino que alcanzaron a un Mediterráneo que caía más que nunca bajo la influencia otomana. En 1523, una flota del Imperio Otomano de la que participaba Barbarroja expulsó a la

Orden de Rodas de su isla – esta -, confirmando la supremacía absoluta del imperio de Solimán en el Mediterráneo Oriental. El Occidental era harina de otro costal, dado el poderío de Carlos I y lo que quedaba de la antaño todopoderosa Venecia, por lo que el Sultán de Estambul se decantó por reforzar la posición de Barbarroja en Argel.

Gracias a este fundamental apoyo, el corsario pudo desempeñar su tarea con gran facilidad desde 1525 hasta 1531, años en los que asoló el archipiélago de las Baleares y las costas sur de las penínsulas Italiana e Ibérica. Entre otros hitos conseguidos por las naves de Hızır durante estos años dorados se encuentran la toma de Gibraltar en 1529 y el establecimiento de un puesto avanzado en la isla de Cabrera, pequeña isla que se encuentra justo al sur de Palma.

En 1531, el Emperador Carlos I volvió a financiar campañas contra la piratería berberisca, contando esta vez con Andrea Doria como almirante -apuntaos este nombre, que volverá a aparecer en MediPiratas. El enésimo fracaso imperial frente a Barbarroja  no impidió que durante la campaña de 1532 Doria tomase tres plazas en Grecia – entre ellas Lepanto -, que, por su cercanía, hicieron reaccionar al Magnífico. Tras un fallido primer intento de recuperación a cargo de otro almirante otomano, Solimán acababa por encargarle la tarea a Barbarroja.

Este primer gran reto de Hızır Barbarroja será el punto de partida de nuestra siguiente entrada sobre él.

Alberto Hoces-García

Más entradas y textos  en medipiratas.wordpress.com

About Redacción Tu Criterio

Redacción Tucriterio.com

Escribir un Comentario