El Atlético tardó cuatro décadas en golear al Real Madrid en el Vicente Calderón. La última vez que lo hizo fue el 2 de enero de 1977. Se disputaba la decimosexta jornada. Rubén Cano, en dos ocasiones, Panadero Díaz y Bermejo fueron los autores de los goles. Aquella Liga la ganaron los rojiblancos dirigidos por Luis Aragonés. El alirón se entonó en el Bernabéu (1-1). Miljan Mijanic, entrenador entonces delos blancos, tuvo un detalle de deportividad con la plantilla colchonera. Viene detallada en mi libro ‘La caldera de los sueños’. Marcelino, lateral rojiblanco, la recuerda en un testimonio.
“Ganamos por 4-0 y pudimos haber marcado un par de goles más por lo menos. Disfutamos mucho aquella tarde de enero. Nos salió un partido a pedir de boca. Fuimos superiores al Madrid en todo momento. No le dimos ninguna opción. En aquel partido me tocó marcar a Breitner, un jugador con un gran despliegue físico, pero me impuse en el duelo. El alemán estuvo respetuoso. No le dejé hacer su juego. Le aburrí con mi anticipación y el marcaje que le hice. El alemán me exigió bastante. Le sequé como me lo pidió Luis. La afición se lo pasó de cine. Era el primer partido del año 1977. Un buen regalo para todos. Tras el partido nos llevamos una sorpresa. Miljanic, el entrenador del Madrid, tras pedir permiso, entró en el vestuario y nos felicitó uno a uno por nuestra victoria. Éramos un equipo solidario que tenía calidad y físico y que realizaba una gran presión. Lo dábamos todo en cada partido. Muy parecido al Atlético actual”.
No fue el único detalle de deportividad que se vivió en aquel derbi. Hubo otro protagonizado en la grada que también detallo en el libro. Una historia que aparece titulada como “Un aficionado del Madrid ondea la bandera del Atlético’.
Situado unos metros más abajo del palco presidencial del Vicente Calderón se colocó un aficionado del Madrid. Enseguida se comprobó su afinidad con los colores blancos, pues ni corto ni perezoso sacó una bandera madridista, de grandes dimensiones, y se puso a ondearla a los cuatro vientos. En la ribera del Manzanares. Un par de bemoles le echó el seguidor. El abanderado blanco. Rodeado por seguidores rojiblancos le tocó soportar improperios de todo tipo y silbidos, pero él siguió a lo suyo, moviendo y desplegando su bandera. Además, tuvo que aguantar la lluvia de goles que esa tarde recibió el cuadro de Chamartín y las consiguientes mofas de la parroquia local.
Con el 3-0, un aficionado atlético le prestó una bandera rojiblanca, y el seguidor y abanderado merengue, no lo dudó. Con el mismo arte que hizo gala con la enseña blanca hizo lo propio con la colchonera. Su movimiento hizo que comenzase a recibir vitores y ovaciones de la hinchada local. De ser pitado y repudiado pasó a ser aplaudido. Se organizó una algarabía que hizo que la policía se acercase a la zona para ver lo que pasaba. “Lo único que pasa es que aquí hay un aficionado del Madrid que es un fenómeno”, dijo un aficionado del Atlético, tal y como refleja la edición del ABC del martes 4 de enero de 1977. Eso sí, tras el 4-0, el seguidor volvió a sus orígenes y se puso a ondear la bandera del Madrid.
De aquel partido recuerdo un par de anécdotas más. Una antes del mismo. Una decisión que tomó Luis Aragonés, técnico colchonero, y otra que se produjo en el palco. Una situación atípica que nunca se dio en un derbi, y quizás, en un encuentro. Si os pica la curiosidad… os espera impaciente el libro.
‘La caldera de los sueños’ (Prime Book).
About Francisco J. Molina Quirós
Desde 1988 ligado al periodismo deportivo, pero me encanta escribir sobre lo que me rodea.