En toda fiesta siempre aparece el típico chistoso, patoso, metepatas o ‘el nota’ de turno. En las celebraciones del Barcelona hay un fijo, un clásico. Uno que busca ser el protagonista de manera compulsiva. Que tiene carne de cañón para entrar en la nómina de ‘El club de la comedia’. Resulta chocante que en pleno júbilo de un éxito culé el susodicho personaje dedique unos segundos para hacer un chascarrillo, un comentario punzante con segundas dirigidos hacia el Real Madrid, el eterno rival azulgrana por antonomasia.
Los que defienden o aprueban la actitud del personaje se escudan en la rivalidad, pero confunden la velocidad con el tocino. No se explica su adicción. Resulta cansina su conducta. Uno no entiende que en un momento de subidón azulgrana tras la consecución de un título tenga la suficiente capacidad para acordarse del cuadro merengue. Parece que el éxtasis, orgasmo y cénit de la fiesta barcelonista no se alcanza sin una mención al Real Madrid. ¡Qué triste!
Una postura provocadora o de mala ‘baba’ del personaje. Bernabéu, de segundo apellido, lo que da más juego para el caso. Ya es mayorcito el ‘gachó’, como dicen los castizos. Y con la cabeza bien amueblada como demuestra cuando se le escucha en las entrevistas, pero que tiene un cortocircuito, una obsesión compulsiva en plena celebración de títulos. Ahora, el cansino personaje, en plena fiebre electoralista en Catalunya, ha vuelto a mezclar política con deporte y ha aprovechado la ocasión para lanzar su particular reivindicación. “Vamos chavales, a celebrarlo. Que se jodan los de Madrid, que nos vean dar la vuelta a dar la vuelta”. Esta ha sido la penúltima , porque no será la última, del ínclito personaje. Del cansino personaje. El Barça está llamado a ganar un porrón de títulos y no faltará la clásica referencia o ‘puyita’ de Gerardito al Real Madrid o a la capital, por lo del centralismo.
Es lícito que tenga un posicionamiento o un ideal, algo que debe defender de paisano y que es reprobable hacerlo vestido de corto. Que lo haga si quiere, pero en otro escenario. Deporte y política deben separarse. Pero Gerardito entiende que no.
A sus provocadoras palabras lo ha unido con gestos reprobables. De maleducado. Como no puede estar quieto y le encanta montarla hay unas imágenes que le cazaron cuando lanzó un escupitajo a la espalda de Pedro Cortés en una celebración de la selección en el autobús por las calles de Madrid. Tras hacerlo, el personaje se parte la caja torácica al igual que Cesc, su cómplice, que vio el gesto. La imagen lo dice todo. Un comportamiento pasado de tono. Primero, por su edad. La del ‘pavo’ ya la pasó hace tiempo. Segundo, por su condición de personaje público. Gerardito (como vemos que sigues siendo un niño) debes recapacitar. Así no se va a ningún sitio.
Es el único futbolista del mundo que en plena celebración de un título se acuerde de otro equipo. Eso no es rivalidad. Es provocación u obsesión. Un buen caso para que lo estudien los sicólogos. En vez de bailar ‘la conga’, la sardana, hacer ‘la trainera’ o cantar algún éxito de su señora esposa, Gerardito busca la ‘puyita’.
A principios de septiembre le veremos por la capital. Por la Ciudad del Fútbol. Sus colegas del Real Madrid le tendrían que ponerle las pilas. Por el bien de La Roja. Hace años, un portugués puso en peligro la convivencia en la selección. Ahora es él el que lo está haciendo con sus comentarios, sus salidas de tono. En septiembre se verá si le dan un toque. Eso sí, que en su maleta se traiga tapones para sus oídos.