Enrique, hace 15 años que nos dejaste

Los Secretos

Enrique Urquijo, el primero por la derecha.

Eu un portal de la calle Espíritu Santo encontró su final. Trágico. Fatal. Inesperado. Hace 15 años. Un mazazo. Una noche gélida de noviembre. La del 17. Parecida a las que estamos padeciendo en estos días. Tumbado boca arriba. Allí yacía Enrique Urquijo. La droga se le llevó. Le quedaban cuatro meses para llegar a la cuarentena. Dejó a María huérfana y a una gran legión de hijos adoptivos. Adolescentes que vibramos con la música en los 80 y que se sintió identificada con las letras de su grupo: Los Secretos.

Todos entonamos uno de los himnos de La Movida: ‘Déjame’. Cantada por él y tarareada hasta la saciedad por toda una generación y que luego pasamos el testigo a unas cuantas más. Una canción que cada vez que suena la entonamos con la misma energía como lo hicimos en nuestros años de pubertad y que en mi caso me transporta por Argüelles y Plaza de España. Junto a Agustín, Antonio, Manolo, Juan, Juan Carlos, los Javis, Pablo, Constan, Quique, Pedrito, Parra.  Un viaje al pasado. Un estribillo que llevamos presente en nuestra memoria. Como escribir nombres de amores, algunos platónicos, sobre un vídeo mojado: los de Silvia, Yolanda, María Jesús, María del Mar… y gritar ‘Me aburro’ cuando alguna de ellas no venía ese día. En ‘Otra tarde’ que pasaba. Para unos, buscando el primer amor. ¡Qué puedo hacer yo! Pensaba más de uno. Y los que no querían ataduras se veían reflejados en ‘Me siento mejor’ y los indecisos o parados en ‘No supe que decir’  y  el amor pasajero en ‘Se fue como llegó’.

Mientras, los rompecorazones encontraban su coartada para romper una relación a través de ‘Ojos de perdida’ y ‘No me digas nada’. Algunos tildaron al grupo de ser los máximos exponentes de ‘la música babosa’.  Cuestión de gustos. Su primer LP, ‘Ojos de perdida’ fue un discazo. Como anteriormente, el EP con cuatro canciones, que en su interior, incluía otra joya que nos dejaron para la posteridad: ‘Niño minado’. Ritmo frenético de guitarras.

Cantada por Pedro Antonio Díaz (batería) y con un mensaje premonitorio. Paradójica y lamentablemente, Enrique se vio reflejado en el ‘Niño minado’. Como contenía en su letra. “Aunque tú no te des cuenta/ te has acostumbrado/ a vivir y a disfrutar como un niño mimado/ tu vibrabas, todo estaba al alcance de tu mano/ tu peinado y tus camisas las dejaban locas/y contigo eran seguro que iban invitadas/ el dinero ni importaba pues tu mami te lo daba/ tu cara mostraba todo un resplandor/ un mundo ficticio lleno de color/ Tus vicios en los 80 se han sofisticado/sosteniendo entre tus dedos flashes apagados/ Hoy te he visto más delgado/con temblores en las manos/ Tu cara no muestra ningún resplandor/ de un mundo ficticio lleno de color .

Secretos LP

Carátula de ‘Ojos de Perdida’

Una etapa en la que vivimos ‘Fuertes emociones’. Cuando empezamos a descubrir cosas, tener experiencias, amores, desencuentros. Un ramillete de vivencias que forman parte de nuestras vidas. Irrepetibles. De escuchar el ‘Déjame’ y demás piezas del repertorio de Los Secretos en el ‘Meteoro’, ‘Brighton’, ‘Cliché’ o ‘Sabana’, una buena noche de 1981 le tuvimos de cerca. A Enrique y a sus hermanos. Incluso, pudimos intercambiar alguna palabra con él. Fue en la Sala ‘El Sol’. Aquella noche tocaban allí ‘Capitán Invisible’. Amigos nuestros. Tenían 16 años. Grupo madrileño ‘popi’. Sonaban de maravilla. Mano, el batería lideró in cuarteto que se quedó a un paso de grabar un disco. La CBS enloqueció con ellos cuando escuchó sus maquetas y les vieron en directo en alguno de sus míticos conciertos en los Colegios Mayores de la Complutense o en La Casa del Pueblo del PSOE en la calle Azucenas por Valdeacederas. Allí compartieron cartel, con ‘Los Desiertos’, entre otras formaciones. ‘Es que quiero que comprendas que no te olvidaré/ es que quiero que comprendas que siempre te querré’, ritmo trepidante de guitarras y el cuarteto al unísono gritaban a continuación: ‘Loca, loca por él’ y luego punteo mágico e intenso del bajo. Una pasada de canción. Una pena que no exista en disco.

Esa noche en la Sala ‘El Sol’, Enrique, a la vez que Álvaro y Javier animaron a Mano y a los demás componentes de ‘Capitán Invisible’ a lanzarse a la arena. Que tenían talento y madera, pero los padres de Mano y del resto les cortaron las alas. Querían tener ingenieros y no músicos en casa. Y nosotros, sus colegas y el resto de sus seguidores nos quedamos sin poder escuchar en vinilo ‘Loca por él’ u ‘Otra vez’ y resto de su repertorio. En cambio, seguimos escuchando a Enrique y a ‘Los Secretos’.   Crecimos. Los años de esplendor en la hierba pasaron. Pasamos de los 20, luego de los 30 y Enrique seguía con nosotros. Nos acompañaba. Su sensibilidad y talento permanecía latente. A flor de piel. Hasta aquella maldita noche de noviembre del 99. No fue en la calle del Olvido. Fue en la de Espíritu Santo. Él se quedó ahí. Nos dejó. Esta vez, en serio. Como una parte de nosotros también se quedó en aquel portal en la madrileña calle de Espíritu Santo.

About Francisco J. Molina Quirós

Desde 1988 ligado al periodismo deportivo, pero me encanta escribir sobre lo que me rodea.

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