En el Atlético la energía se transforma; en el Madrid se destruye, por F.J. Molina

En mayo, en Lisboa, el Real Madrid le levantó la Champions League al Atlético a falta de 120 segundos. Los colchoneros parecieron quedar en estado de descomposición y putrefacción. Primero, por las consecuencias de una derrota cruel. Un nuevo varapalo. Un duro revés que podrían pasarle factura a corto o medio plazo. Segundo, por la sangría que se iba a producir en su plantilla de manera inminente en forma de salidas: Diego Costa, Courtois, Filipe Luis, Tiago, David Villa y con la incertidumbre del futuro de Koke  y Miranda. Insólito. Los rojiblancos debían partir de cero. Al Cholo le tocaría enchufar a los nuevos con su código y filosofía y ganarles para su causa  antes de que el telón liguero se echase abajo.

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Diego Pablo Simeone

Mientras, en la otra acera, todo relucía. El sueño de la Décima era realidad. Se abría el reto de conquistar los seis títulos en el siguiente curso. Aparentemente, no había ningún crack mediático en el carrito de compra o en la cesta de la tienda virtual de Florentino Pérez. Solo habría que algún retoque de chapa y pintura para darle lustre y brillo al campeón. A la palestra salieron los ‘Nostradamus’ de rigor. “Empieza otra era del Madrid”. Tienen engañados a la gente. No se mueven por su tendencia al color blanco. Lo hacen por intereses personales. Se apuntan al carro. El Madrid es lo que vende.

Cuatro meses después, los términos se han invertido. En el Atlético se hicieron las cosas con lógica. Tocaba reciclar. Se llevó con naturalidad la eterna remodelación de su plantilla. Hubo equilibrio. Se marcharon futbolistas emblemáticos y buscaron recambios de similares características: Oblak por Courtois; Siqueira por Filipe Luis y Mandzukic por Diego Costa. Tiene más fondo de armario que hace un año con las llegadas de Griezmann y Cerci. Además, Tiago volvió al no consumarse su fichaje por el Chelsea, pero lo más importante, Godín y Miranda no se movieron. El Atlético tenía un buen armazón. En los despachos hicieron bien los deberes y ya era cuestión del Cholo de ensamblar las piezas. En el Atlético la energía se transforma.

Ancelotti

Carlo Ancelotti

En la acera de enfrente en vez de reinar el sentido común lo hizo el caos. La consecución de la Décima debía haber traído una política conservadora. Cambios, los menos posibles. Aparentemente, el debate de la portería seguía abierto. En vez de dejarle la solución a Ancelotti, que el curso pasado lo manejó con acierto, este partido lo quisieron jugar los ejecutivos. Los de traje y corbata. Los que no han dado un puntapié a un balón. Y los ojos se les pusieron de chiribitas al ver el gran Mundial de Keylor Navas. Como con el colombiano James Rodríguez. El ‘nuevo Kaká’. Lo digo porque huele a fiasco su fichaje. Sin ningún recato se puso en la cuenta bancaria del Mónaco una transacción de 70 millones de euros. Por un jugador que no había empatado con nadie para sustituir a Di María al que no quisieron subirle cuatro millones por año su contrato. Si le quedaban cuatro años la operación le habría salido al Madrid por 16 kilos. Además, de ahorrarse 54 (sin contar los 10 extras del contrato), Ancelotti conservaría a una pieza básica en su puzzle, pero quizás, la camiseta del argentino no respondía a las expectativas del merchandising merengue y había que abrir otro mercado. Y se eligió al colombiano, el cual, está en las Antípodas como ser el sustituto de Di María, pero sí en cambio es una fotocopia de Kaká, el cual pasó con más pena que gloria por el Madrid.

La barrabasada de abrirle la puerta a Di María, más la de Diego López no fueron suficiente para los de arriba. Como no hay dos sin tres. Quedaba la última. Ancelotti tiene sus enemigos en los despachos pues regalaron a otro de sus bastiones. Ya con la temporada iniciada, permitieron la salida de Xabi Alonso. A precio de saldo. Sin ponerle trabas y sin buscar un sustituto antes de dejarle irse. El Madrid no renovó su  energía. La destruyó. Debe partir cero, pero con mal rollo. Muy chungo. La grada tiene señalados a sus clásicos. Esa es la gran diferencia con la colchonera. Más pasional. Que sabe estar a las duras y las maduras. No es normal que silben a Casillas sin tener culpa en el 0-1 del Atlético. Benzema, que se también tuvo su ración de música de viento, permitió el cabezazo de Tiago. Sergio Ramos también fue criticado. Sorprendentemente, también Florentino Pérez, cuya dimisión pidió un grupo de seguidores. La gente no se deja engañar por las versiones partidistas. De conveniencia. No de corazón. La prueba del algodón no engaña. La pifió con Diego López y Di María. En vez de crear energía la destruyó. Vamos a ver la reacción de la guardia pretoriana de Florentino al respecto. Un capote al canto. Seguro.

En un mes ha cambiado el panorama.  Lo de la Supercopa de Europa ante el Sevilla fue un espejismo. Pese a que los ‘Nostradamus’ volvieron a lanzar sus profecías. Falsas por convicción. Tras cinco partidos oficiales, el Madrid solo ha ganado uno. Perdió tres y empató uno. A Ancelotti le han destruido el equipo. No me le imagino subir al despacho presidencial y decirlo. Ahora el marrón es para él. Debe apretar los dientes y subir la ceja izquierda. Y rezar para que no se le lesione ninguno de sus hombres importantes. Eso que el Madrid tenía un plantillón se lo llevó el verano y el que permitió el capítulo de salidas. Pero una cosa puede tener clara el italiano Si llega a diciembre puede que Papa Noel y los Reyes Magos le traigan ‘otro’ Di María y Xabi Alonso. O que cruce los dedos para que James Rodríguez se transforme.  Como su energía.

About Francisco J. Molina Quirós

Desde 1988 ligado al periodismo deportivo, pero me encanta escribir sobre lo que me rodea.

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