A las 10.15 horas de este domingo 27 de abril de 2014 se ha producido un hecho inédito en la Iglesia Católica al ser proclamados dos Papas como santos: Juan XXIII y Juan Pablo II.
Desde luego no voy a ser yo quien diga si estos de los santos y los milagros es verdad o no, allá cada cual con su conciencia y sus creencias, pero lo que si voy a indicar que el actual Papa, Francisco I ha comenzado una labor de actualización y lavado de imagen de la Iglesia Católica a través de los medios. No hay nada más que ver las cifras que se han manejado en este fin de semana. Donde en la ceremonia de canonización han participado 24 jefes de Estado, 93 delegaciones oficiales, 6.000 sacerdotes. 1.000 obispos y 150 cardenales. A todo esto hay que sumar los más de 3.000 periodistas que han seguido el evento y el cerca de un millón de personas que se han congregado en la Plaza de San Pedro y aledaños para estar de cerca en el acontecimiento.
Lo curioso es que la Iglesia Católica, tan estricta en sus normas para muchas cosas, se ha saltado su propia ley al santificar a Juan XXIII, al que sólo se le reconoce un milagro, y ha acelerado la santificación de Juan Pablo II sólo nueve años después de su muerte. Recordemos, por ejemplo, se tardó 500 años en santificar a Juana de Arco.
Pero lo más interesante, curioso, anecdótico, incluso gracioso, si me lo permiten, son los milagros que se les atribuyen a estos dos nuevos santos.
La secretaria general del Partido Popular puso de moda lo del “despido en diferido”, y los milagros de estos dos parpa, si no en diferido, por lo menos se hicieron a distancia.
Recordemos los casos:
El milagro que se le atribuye a Juan XXII tuvo lugar en 1966 gracias a la curación de una religiosa, Caterina Capitani, que padecía una enfermedad estomacal incurable: perforación gástrica hemorrágica con fistulación externa y peritonitis aguda. Pero, el 22 de mayo de 1966, las hermanas de la Capitani, le colocaron una imagen del Papa en el estómago. A los pocos minutos, la monja, a la que ya habían dado la extremaunción, se recuperó y pidió de comer. La comisión de teólogos de la Congregación para la Causa de los Santos del Vaticano reconocería el milagro al no poder justificar los médicos el milagro de Capitani. Se escapaba a los ojos de la ciencia.
En el caso de Juan Pablo II, el primer milagro se realizó en la persona de la monja francesa Marie Simon Pierre, que se curó de la enfermedad de Parkinson que padecía sin que los médicos pudieran comprender cómo. La monja trabajaba en una clínica de maternidad de Paris. Simon Pierre señala el 2 de junio como el día clave. El parkinson la había dejado tan deteriorada que no podía más. La monja se vio obligada a pedir a su superiora que le permitiera dejar de trabajar. No podía mantenerse en pie. Su superiora le dijo que Juan Pablo II todavía no había dicho la última palabra y le pidió que escribiera el nombre del papa en un papel. No se podía leer, era totalmente ilegible. Pero, a pesar de su denostada salud, esa misma noche despertó, entre una gran sensación de paz con ganas de volver a coger papel y boli. «Cuando iba a la capilla a rezar me di cuenta de que mi brazo se movía y no permanecía inmóvil junto al cuerpo, que se estaba balanceando. Durante la Misa supe con certeza que había sido curada». Su neurólogo constató que los síntomas habían desaparecido inexplicablemente.
El segundo tuvo lugar en Costa Rica en 2011, cuando Floribeth Mora ingresó en un hospital con un gravísimo aneurisma. Días después, el coágulo del cerebro se disolvió sin tratamiento alguno. El médico a cargo no se explica cómo ocurrió. «Por qué desapareció, pues yo nunca le he encontrado una explicación». Para su familia la recuperación fue fruto de las plegarias que le dedicaron a Juan Pablo II.
Así pues, como vemos milagros incontestables, de acción directa y con intervención en primera persona de los ahora santos.
Vuelvo a señalar que no seré yo quien dude de las creencias de los demás, más habiendo sido criado en una sociedad católica apostólica y romana, pero lo que sinceramente me sale de dentro es que Francisco I ha montado una extraordinaria operación del márketing que tanto le hacía falta a la Iglesia Católica, tan envuelta en escándalos y tan falta de devotos en los últimos años. Parece que le ha salido bien, a tenor de las cifras antes mencionadas ya los ríos y ríos de tinta escritos, pero que no nos hagan comulgar –nunca mejor dicho- con ruedas de molino. Los milagros a los que aluden para la santificación se podrían haber realizado con uno de los cromos que salían en los Phoskitos.
About José Luis García
Periodista con más de 25 años de experiencia, especializado en información local, inmigración, sanitaria y deportiva.