De una tacada, el Real Madrid ha perdido a cuatro efectivos de cara al trascendental envite frente al Atlético. Marcelo, por sanción y Bale, Modric y Benzema por lesión. El madridismo ha tirado de kleenex. Hay quien tira de victimismo. Se ve fuera de la Champions ante el vecino. Los ricos también lloran.
Sí, la plaga de lesiones se ha cebado con los de Concha Espina. Quizás, cruel al coincidir este répoker en el partido que puede llevar al cielo o al infierno a los blancos. Aparentemente, la de Bale es quizás la que menos duele. En el Atlético no le hubiera importado el concurso del galés, pues su poca aportación defensiva le habría generado superioridad en el centro del campo. Otro cantar son las bajas de Marcelo, Modric y Benzema. De un plumazo, el Madrid se ha quedado sin la explosividad del brasileño por su banda, el toque y criterio del croata y la fantasía del francés, el mejor asistente de Cristiano Ronaldo.
Ancelotti, poco amigo de las rotaciones, se ve ahora en un callejón sin salida. No tiene más remedio que hacerlas en el partido del año para los blancos. Ancelotti está en manos de sus olvidados. De los futbolistas que de alguna manera ha ninguneado. Coentrao. Illarramendi y Chicharito serán las balas utilizadas por el bautizado ‘Pacificador’. Ahora, deberá demostrar sus dotes de estratega. Lo fácil es contar con un ramillete de estrellas. El sueño de todo entrenador. El italiano debe bajar al barro y estrujarse los sesos para salir airoso del envite. Vamos, Ancelotti no se ha complicado la existencia. En su libreto siempre primó dar prioridad a las estrellas. Contra viento y marea apostó por el anárquico y chuponcete Bale y cuando se vio en el atolladero le salvaron las lesiones. Esta vez, el momento más inoportuno.
Pese a que le queda un año de contrato, algunos le ven fuera en el caso que los blancos se queden en blanco y no ganen bien la Liga o la Champions. Alguno de los que le dan el pasaporte pidieron su renovación en noviembre pasado. Periodismo de camuflaje.
Las bajas merengues hacen inclinar la balanza del lado Atlético. Mal hacen los rojiblancos en no pintarse la cara con pintura de guerra en el Bernabéu. La tropa del Cholo debe ser fiel a sus principios, Intensidad, orden y a esperar su oportunidad. Saben que un gol es medio pasaporte para la semifinal. De hecho, nadie saca pecho ni se pone la etiqueta de favorito. La presión, para el poderoso vecino. Que ahora deberá rentabilizar su millonario banquillo.
Es cierto que el pote ncial madridista se resentirá con esas cuatro ausencias, como que también , sus sustitutos tienen la posibilidad de reivindicarse. Salir del anonimato y gozar de protagonismo. Y encima, en la Liga de Campeones. La madre de todos los torneos. Tiene miga la cosa. La cabeza de Ancelotti depende de un fondo de armario que no ha dado la talla en lo que va de curso. La aportación de los suplentes ha sido nula. James, un fichaje que nadie entendió en su momento por tener que prescindir del eléctrico Di María, nos ha cerrado las bocas a los críticos. El colombiano recoge el testigo de Modric y alumbra las esperanzas merengonas.
Las bajas blancas van a provocar que el partido sea muy táctico. Habrá mucho respeto en el verde. Ninguno querrá arriesgar más de la cuenta. Son 90 minutos. Aparentemente. El duelo puede alargarse media hora más y quién sabe si se irá a la lotería de los penaltis. El duelo madrileño de Champions tiene formato de finalísima. El partido se decidirá en un detalle. Una genialidad, un error o en una acción a balón parado. Merengues y colchoneros dominan esta suerte a la perfección. Toda una final anticipada.
About Francisco J. Molina Quirós
Desde 1988 ligado al periodismo deportivo, pero me encanta escribir sobre lo que me rodea.