Una nueva vergüenza. Una nueva fechoría de los que nos representan. Una nueva muestra de insolidaridad. El escándalo de las tarjetas de Bankia nos viene a demostrar la capacidad trincadora de la clase política… y sindicalista. Tiene bemoles lo de estos últimos. 10 de ellos, ex directivos de la entidad bancaria se pulieron 1,1 millones de euros con el uso de la dichosa tarjetita. Viajes, comidas, ropa y vaya usted a saber en qué más.
Dándose la gran vida, ¡la dolce vita’ y con España en crisis, con ciudadanos perdiendo su trabajo y sus casas. Que uno sepa la misión de un sindicato era luchar por garantizar los derechos del trabajador a nivel laboral, económico y social y no la de llenarse los bolsillos. Tiene narices que ahora más de uno se haga la víctima. Que digan que Rodrigo Rato, José Manuel Fernández Norniella y Matías Armat ya han cumplido al devolver el dinero. Sí lo han hecho, pero no salió de ellos. Lo hicieron tras reclamárselo Bankia. Lo de esta entidad bancaria es de verbena. Primero, las preferentes y ahora esto. Lo de dar barra libre a sus ex directivos para que se gastasen 15,25 millones entre 1999 y 2012 no tiene nombre. Y desahuciando a familias. No me extrañaría nada la pérdida de clientes a corto plazo. Uno se explica que tengan que recuperarse de su nefasta gestión a costa de ellos. En los tiempos que corren, el que no tenga un importe medio de 2.000 euros mensuales, le cobran 6 euros de comisión. Una buena manera de hacer ‘click’ en la caja registradora. Insolidaria medida, pero eso sí, que sus directivos y consejeros viviesen a cuerpo de rey. 86. Tanto los de derechas como los de izquierdas. Todos de acuerdo. Calladitos y bien contentos.
Ahora todo está en manos de la Justicia. La pongo con mayúsculas, porque aunque cada vez soy más escéptico con ella, solo cabe esperar que a estos 86 personajes se les obligue a devolver lo que se gastaron e inhabilitarles para tener cargos políticos y de representación en cualquier empresa, y por favor, que sus respectivos partidos y sindicatos, le den boleto, les echen sin ningún tipo de miramiento. Por lo menos que tengan dignidad y coherencia. Por sus electores. Nada de palabras y sí hechos.
Es tentador que te pongan ese caramelo junto a la boca: 4.000 euros mensuales para gastarte sin tenerlo que justificar. Todos tenemos un precio. ¿A que sí, amigos sindicalistas? Menos trincar y tratar de que la precariedad laboral en las empresas no vaya a más. Mirar más por el trabajador que por uno mismo. Pero somos humanos. Tenemos nuestras imperfecciones. En una situación así es donde debe salir la personalidad, integridad y valores de cada uno. Lo fácil es pasar por aro. Seguir las pautas del sistema. Lo hicieron 86. Ellos son otra partida de manzanas podridas de los que nos representan. Ya está en el voto de cada uno la última palabra. Yo me niego a ser cómplice de ellos. De sus futuras fechorías, corruptelas y promesas falsas. Han quedado retratados una vez más.
Con estas conductas nos aclaran que la política necesita una urgente regeneración. Por caducos y corruptos. Los de las gaviotas, rosas, los del martillo con sus dos siglas, y sindicalistas de boquilla que se han apoltronado en su cargo y que tienen polillas en sus armarios. Representantes que no nos representan. Solo buscan el bien suyo y no el general. Muchos de ellos con los bolsillos bien llenos. Continuará (me refiero a nuevos casos de corrupción).
About Francisco J. Molina Quirós
Desde 1988 ligado al periodismo deportivo, pero me encanta escribir sobre lo que me rodea.