Pedro Zerolo, un ejemplo a seguir por muchos políticos, por JL García

Pedro Zerolo en la manifestación del Orgullo Gay de 2011, como a él le hubiera gustado que le recordaran.

Pedro Zerolo en la manifestación del Orgullo Gay de 2011, como a él le hubiera gustado que le recordaran.

Corría el año 1989 y uno comenzaba en esto del periodismo. Eran mis primeros pasos en el mundo profesional en la Cadena COPE, en Deportes, y todo era nuevo y alucinante para mí. En uno de esos maratonianos fines de semana que cubríamos por entonces tuve la suerte de que el jefe de informativos de la Cadena episcopal, Fernando Ónega, me enviara a ver qué era eso de la Lista Antiprohibicionista sobre Drogas. No había muchos redactores en la emisora, por lo que le tocó al novato de Deportes ir a cubrir ese acto. Allí tuve la suerte de conocer a Pedro Zerolo.

La primera impresión que me causó fue pésima. ¿Pero qué loca es ésta? Me pregunté. La homosexualidad no estaba bien vista en aquellos años y reconozco que yo pensaba como la mayoría. De todas formas, al terminar el acto, Zerolo tuvo el detalle de acercarse al pobre plumilla novato y preguntarle de qué medio era. Mantuvimos apenas una conversación de unos diez minutos en la que me ganó para siempre.

Aquella aventura no le salió bien a Zerolo, por cierto que entre quienes le apoyaban estaba una tal Manuela Carmena, pero luego se hizo famoso en toda España al presidir el Colectivo Gay de Madrid (COGAM). Yo ya había cambiado los deportes por la información universitaria, En la ‘Gaceta Universitaria’ (GU) que durante los años noventa tuvo un gran impacto entre la juventud española, tuve la oportunidad de encontrarme de nuevo con Pedro Zerolo y mantener otras reuniones más extensas, porque quería que el mensaje de igualdad y solidaridad llegara a todos los jóvenes españoles. Sus palabras las tengo grabadas: “Si los universitarios españoles no son los primeros en dar el paso en reconocer los derechos de los homosexuales, entonces tenemos la batalla perdida, pero lo que creo que les falta es sólo información”.

Durante toda mi trayectoria profesional he tenido diversos contactos esporádicos con este canario llegado de Venezuela. Cuando resultó elegido concejal en el Ayuntamiento de Madrid, yo ya trabajaba en información local y cuando en 2005 lanzamos el periódico ‘Si, Se Puede’, dirigido al mundo de la inmigración, Zerolo siempre estuvo allí desde el primer momento.

Siempre le gustaron las causas difíciles, asuntos sociales como la homosexualidad, la marginación por drogas, la inmigración, la prostitución pero siempre con una sonrisa y con una dulzura inalcanzable para muchos otros políticos.

Es de las pocas personas por la que se podía poner las manos en el fuego, porque siempre fue un servidor de la sociedad y no un chupóctero como los de ahora. Cierto es que le gustaba mucho figurar y que perdía el traserillo por salir en la foto de cualquier acto, pero como el mismo reconocía “este es mi trabajo, si no estoy en todas partes no puedo luego hacer cosas”.

Los inmigrantes de Madrid, con los que tuve la suerte de trabajar durante varios años, tanto en el periódico ‘Si, Se Puede’ como en el CEPI Hispanoecuatoriano, le adoraban. Le consideraban uno de los suyos, porque era el político que siempre acudía a sus fiestas, a sus ferias a sus manifestaciones y quien les daba voz en un partido tan importante como el PSOE.

No sé si nunca se atrevió o es que su prudencia le hacía dar siempre un paso atrás, pero cuando muchos pensábamos que debería haber sido el líder del PSM, él siempre quiso estar en un segundo plano, salvo en estas últimas elecciones cuando su enfermedad ya estaba muy avanzada y cuando el desastre de los socialistas en Madrid, con la destitución de Tomás Gómez, auguraba un fracaso histórico. Fue el único momento en el que se ofreció para encabezar la lista a la Comunidad de Madrid, pero al final Pedro Sánchez se sacó de la chistera la el conejo de Gabilondo. Zerolo, como tantas veces había hecho a lo largo de su vida, se ofreció de corazón al cabeza de lista e ingreso como número seis de la misma, pero nunca llegará a pisar la Asamblea como diputado porque un cáncer se lo ha llevado.

Pedro, amigo, personas como tu hacen que esta vida merezca la pena, incluso en la política.

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