El destino fue así de caprichoso. Morata, un chico de la cantera, que siente el escudo y la camiseta blanca, tuvo que marcharse el pasado verano. No lo hizo por lo crematístico. Él quería ser importante. Sentirse futbolista. Y en este Real Madrid no tenía sitio. Un equipo, el blanco, en el que para jugar se antepone ante todo el pedigrí. El nombre. Y mucho más cuanto más haya costado su adquisición.
Morata tuvo que pagar el peaje de proceder de la cantera. Se marchó. Eligió la Juventus para empezar de cero. Y unos meses después, Morata se convirtió en el verdugo merengue. En Turín abrió la cuenta y en el Bernabéu finiquitó la eliminatoria. El chico no celebró la diana. Ni un gesto. Cara de circunstancias. Menudo papelón. Casi le dieron ganas de pedir perdón.
El Madrid pagó el síndrome de la falta de puntería. En apenas cuatro días se ha despedido de los dos títulos a los que optaba. Los blancos estuvieron más cerca de remontarle al Valencia que a la Juve, aunque lo cierto es que tildar de remontada el partido ante los italianos sonó a chiste. Si ganar por 1-0 es una heroicidad, apaga y vámonos. Las de los 80 sí que eran remontadas.
El Madrid tuvo en su mano el pase a la final de Berlín. Tuvo sus cartas, pero no las supo jugar. Abrió la lata turinesa a los 22 minutos de juego al transformar Cristiano Ronaldo un penalti señalado por caída de James en un forcejeo con Chiellini. Una decisión discutida. El portugués se quitó la espina tras sus dos penas máximas erradas de manera consecutiva. Con viento a favor, los blancos buscaron el marco de Buffon. Coleccionaron un par de ocasiones, pero la definición no fue la deseada. Y como pasara ante el Valencia, el que perdona lo acaba pagando.
La Juve no se descompuso ni se inmutó. Siguió a lo suyo. Tenía claro cómo debía jugarse el partido. El gol de Cristiano no le hizo cambiar su guion. Con más físico era consciente de la necesidad de aguantar el dominio blanco y que sus opciones subirían al alza. En la segunda parte, partido más táctico. El Madrid se mostró muy conservador. Echó de menos un Pogba, un Vidal en su mediocampo. Un jugador capaz de ralentizar y cortar balones. La Juve se encontró con el gol de Morata. El delantero cazó un balón dentro del área, y tras pararlo con el pecho, soltó un derechazo que le botó a Casillas un metro por delante y entró como una exhalación en la portería. El Bernabéu enmudeció. Morata se santiguó.
El 1-1 dejó al Madrid en la lona. Sin ideas y con escaso fútbol, solo pinceladas. Pudo haber hasta perdido, pero el discutido Casillas por un sector de la afición blanca, sacó dos manos salvadoras. El Madrid, en cambio, se le vio con lo justo. Bo exigió a Buffon y solo un cabezazo y un disparo de Bale, como otro de James, fueran las únicas acciones en que estuvo cerca de anotar ese gol que le hubiera valido para estar en Berlín. Donde ya le esperaba el Barça, pero apareció Morata y nos dejó sin la final soñada. Nos quedamos sin el morbo, pero en cambio, tenemos otro. El reencuentro de Luis Suárez con Chiellini… ¿Cuál de los dos dará el bocado a la Orejona?
REAL MADRID: Casillas; Carvajal, Varane, Sergio Ramos, Marcelo; Kroos, James, Isco Bale, Cristiano Ronaldo y Benzema (Chicharito, 67’);.
JUVENTUS: Buffon; Lichsteiner, Bonucci, Chiellini, Evra; Marchisio, Pirlo (Barzagli, 79’), Pogba (Pereyra, 88’), Vidal; Tévez y Morata (Fernando Llorente, 84’).
GOLES: 1-0. Minuto 22. Cristiano Ronaldo, de penalti. 1-1. Minuto 58. Morata.
ÁRBITRO: Eriksson (Sueco). Amonestó a Isco y James por el Real Madrid y a Tévez y Lichsteiner por la Juventus.
INCIDENCIAS: Santiago Bernabéu. 85.000 espectadores.
About Francisco J. Molina Quirós
Desde 1988 ligado al periodismo deportivo, pero me encanta escribir sobre lo que me rodea.