Este libro invita al lector un viaje en el tiempo. El autor nos ofrece mediante una serie de cortas historias y breves testimonios y vivencias una visión acerca del estadio Vicente Calderón a escasos tres años de que deje de ser la casa del Atlético para mudarse a La Peineta en 2017 como se tiene planificado. El estadio tendrá 61 años cuando se produzca su demolición y habrá puesto punto y final a una existencia marcada por mañana, tardes y noches de gloria, alegría, títulos, pero también con fracasos, desencantos y lágrimas.
El estadio, que en un principio fue conocido como Manzanares, fue bautizado como Vicente Calderón en 1972, supuso la piedra angular del proyecto del dirigente rojiblanco para el relanzamiento del club, que por 1963, presentaba una situación muy preocupante a nivel económico y deportivo. Tras muchas vicisitudes, el nuevo estadio fue inaugurado el 2 de octubre de 1966. A las 12.455 horas. Con las cámaras de TVE como testigo. Un Atlético-Valencia que acabó 1-1. Un campo moderno, cuyas obras no habían finalizado del todo, y que resultó ser pionero, pues todo su aforo era de asientos.
Precisamente, el Atlético-Valencia abre el primero de los cuatro capítulos del que se compone el libro. En esta parte se realiza un resumen de los 20 mejores partidos que se han vivido en el estadio rojiblanco. No solo del Atlético, pues el feudo rojiblanco ha sido testigo también de finales de Copa, de compromisos de la selección española y de otros combinados (al ser sede del Mundial 82 o de amistosos). En esta elección aparecen otros encuentros tales como el 3-0 frente al Cagliari en los octavos de final de la Copa de Europa 1970-71 con triunfo atlético por 3-0 y firmados los goles por Luis Aragonés.
En este repaso no pueden faltar las celebraciones del título de Liga ante el Deportivo (temporada 1972-73) y Albacete (1995-96), la final de la Intercontinental (1975), así como la emocionante final de Copa entre Athletic-Betis (1977) o el estreno de la selección en la inauguración del estadio con el nombre de Vicente Calderón en el amistoso frente a Uruguay (1972). En esta retrospectiva se complementa con testimonios de ex futbolistas y con pinceladas en forma de historias y anécdotas.
En la segunda parte del libro se recogen más testimonios de personajes vinculados básicamente con el Atlético que echan la vista atrás y comparten vivencias en el estadio. Humanas, divertidas y hasta tristes o trágicas. En total, aparecen 110. Entre otros, los de Calleja, Irureta, Rodri, Pacheco, Reina, Alberto, Ovejero, Futre, Manolo Sánchez Delgado, Pantic, De Gea o Tiago.
El segundo capítulo del libro hace referencia a una serie de historias, anécdotas o acontecimientos que se dieron en el estadio. Son 76. Algunas, como la de Calleja, socio 40.000, los otros deportes a los que jugaban los futbolistas en una sala contigua al vestuario, la tarde que se abrió el estadio para seguir un derbi en el Bernabéu por la radio y comiendo tortilla de patatas, lo que se encontró Pepe Navarro en el vestuario antes y después de un concierto de los Rolling Stones, la broma que le gastaban los jugadores a García Traid, un partido en el que Gil dejó el palco para reunirse con Futre en el vestuario tras ser expulsado, los encuentros del dirigente con sus jugadores, los cuales lo bautizaron como ‘reunión en la sala de los bolígrafos’, el doble del presidente autonómico Camps o el primer gol de Torres al Madrid se oye a dos kilómetros de distancia.
También las hay de otros equipos. La despedida del madridista Zoco como futbolista en un 4-0 al Barcelona en la final de Copa de 1974, el debut de Del Bosque como entrenador en un Real Madrid-Rayo que se disputó en el Calderón (1993-94), las sensaciones de Mata o Gavilán en la final de Copa del Valencia-Getafe en 2007 o cuando Benjamín se llevó el gigantesco cartel conmemorativo de la final de Copa de 2005 entre el Betis y Osasuna. Además, aparecen referencias a una representación de ópera, a un bautismo de Testigos de Jehová, un partido amistoso de máxima rivalidad ecuatoriana o a la acampada de las fans de ‘One Direction’ junto a las taquillas del estadio.
En el tercer capítulo se recoge una colección de testimonios, y en el cuarto y último, el autor ofrece una serie de vivencias personales. Como aficionado, y ya una vez como periodista, desde las largas guardias cubriendo las reuniones de Gil con la plantilla a vestirse de corto y disputar un partido en el césped.
El libro tiene el prólogo de Vicente Calderón Suárez, hijo de Vicente Calderón y cuenta con dos epílogos. Uno, de Adelardo Rodríguez, el jugador que más veces ha lucido la camiseta rojiblanca y de Enrique Cerezo, presidente colchonero. En 293 páginas se trata de rendir un tributo a un escenario, en cuyas gradas, ha existido una comunión idílica entre afición y equipo. Un estadio que ha derrochado pasión por todos sus poros. Una caldera. De sueños.