¿Estamos preparados o nos conviene una República? Esa es la cuestión que se preguntan muchos ahora tras la sorprendente abdicación realizada por Juan Carlos I esta mañana.
¿Por qué en el siglo XXI tenemos que mantener el privilegio hereditario de la monarquía española? Es la otra pregunta que otros se plantean.
Precisamente para dentro de unas horas particulares y formaciones políticas están convocando a través de las redes sociales una concentración a las 20.00 horas en ciudades de toda España a favor de la República y que se convoque un referéndum en el que los españoles puedan decidir si desean mantener o no la monarquía.
El artículo 57 de la Constitución establece el carácter hereditario de la Corona, pero la Constitución española se aprobó en 1978 donde la mayoría de los hoy votantes no tuvieron la oportunidad de expresar su opinión, bien porque eran menores de edad, bien porque ni siquiera habían nacido. Ahora que se quiere reformar la Constitución por otras cuestiones, como el pulso catalanista, ¿no merecería la pena hacer una revisión de muchos artículos que se han quedado obsoletos y hacer un referéndum?
Hay opiniones para todos los gustos desde el prestigioso hispanista británico Paul Preston, autor de la biografía ‘Juan Carlos. El rey de un pueblo’, que señala que «dadas las circunstancias de España en este momento, tanto territoriales como económicas, pasar a un cambio de jefatura de estado con un referéndum sería un elemento de inestabilidad que no favorecería a España”, ya que “la Democracia aún es muy joven» en España y que existe bastante inestabilidad», sobre todo porque «no se ha solucionado aún el problema de la corrupción ni la cuestión territorial y en este sentido la monarquía ofrece una jefatura de estado «neutral. Hasta declaraciones del coordinador general de IUCM, Eddy Sánchez, que ha considerado que la abdicación del Rey «responde a una situación en que la sociedad va muy por delante del marco institucional muy obsoleto» y se ha puesto del lado del «polo democrático» que apuesta por el cambio, frente al «continuista» formado por quienes, a su juicio, «quieren mantener sus privilegios».
Lo cierto es que esta interrogante, Monarquía Parlamentaria o República, de la que mucho hemos hablado en tertulias con amigos, se plantea por primera vez de una forma real, nunca mejor dicho.
Los jóvenes de ahora ni se acuerdan y en muchos casos, por desgracia, saben quién fue Franco y su dictadura y mucho menos el papel transcendental que tuvo Juan Carlos en la reinstauración y mantenimiento de la Democracia. Sólo ven a una familia que tiene una serie de privilegios, que dicen que es la jefatura del Estado y que para colmo se hereda de unos a otros sin poder cambiarlos con su voto. No entienden el papel de la Monarquía en 2014, cuando grandes potencias mundiales como Alemania, Francia o Estados Unidos son una República.
El debate está en la calle. Mientras otros, como el señor don erre que erre sigue con su película, nos referimos al presidente de la Generalitat, Artur Mas, que ha afirmado que la aspiración de la consulta de autodeterminación sigue tras la abdicación de Don Juan Carlos: «Habrá cambio de rey, pero no en el proceso político que está siguiendo el pueblo de Cataluña para que el 9 de noviembre podamos decidir nuestro futuro colectivo«. O los cavernícolas de Bildu, que ha dicho que la abdicación del Rey Juan Carlos «no supone ningún cambio» y ha realizado un llamamiento a «acumular fuerzas» para la construcción de una «república vasca libre».
En fin que aquí el que no corre vuela y volando está Felipe para ser coronado en los próximos días desde El Salvador, donde había ido a la toma de posesión del presidente Salvador Sánchez Cerén. ¿Se habrá percatado que el jefe del Estado salvadoreño ha sido elegido en las urnas? Aunque hay que reconocer que Felipe VI suena muy bien, a tiempos del Imperio.
About José Luis García
Periodista con más de 25 años de experiencia, especializado en información local, inmigración, sanitaria y deportiva.