No se nos mete en la cabeza que para divertirse en unas fiestas populares haya que hacerlo a costa de los animales. Hacerles sufrir, reírse de ellos, torturarles, ahogarles y matarles. Maltrato y asesinato no entra en el diccionario del ocio. Desgraciadamente es una tónica reinante en numerosos festejos por nuestra piel de Toro. Una práctica que está fuera de sí. En pleno Siglo XXI. Unos actos denominados populares y que cuentan con el beneplácito del partido que gobierna en dicha localidad. A nadie se le escapa que el interés electoralista es su razón de ser. Un buen puñado de votos se pueden ir al limbo si el candidato en cuestión se decide a incluir en su programa electoral la supresión de la fiesta de rigor en la que hay por medio un maltrato a un animal. Los políticos deben ser valientes y acordes con la materia de protección animal y en los tiempos actuales que vivimos.
Aparte de las fiestas, durante el verano se celebran 200 becerrradas por toda la geografía española. El último caso de maltrato animal ha tenido lugar en la localidad madrileña de San Lorenzo de El Escorial. A un becerro le cortaron una oreja, aun estando vivo. Fue en un momento de las ‘becerradas’ que se llevan a cabo cada verano en las fiestas patronales del municipio en la que varios mozos torean a tres becerros, que tras ponerles las consiguientes banderillas acaban matándoles. Una práctica que se lleva cada año PACMA por unos activistas PACMA (Partido Animalista Contra el Maltrato Animal) lleva años solicitando su supresión, y el pasado fin de semana, vio como varios activistas, que trataron y posteriormente consiguieron tomar unas imágenes del maltrato a los becerros, tuvieron que ser escoltados por la Guardia Civil. Una imagen que se repite cada verano. Una imagen que habla por sí sola. En pleno Siglo XXI.