Cañete y Valenciano, dos números uno muy segundones

Cañete y ValencianoTriste y pobre debate el protagonizado ayer por los cabezas de lista al Parlamento Europeo de los dos grandes partidos políticos españoles.

Para empezar he de confesar que no pude ni terminarlo, eso a pesar de mi buena voluntad por escuchar lo que tenían que decir tanto Miguel Arias Cañete como Elena Valenciano.

La impresión general que ofreció el debate es qué poco importa la política europea a los españoles, empezando por sus dirigentes. No sé si fue el formato pactado por los dos grandes partidos o por la propia inexperiencia de los candidatos ante un debate como éste, pero lo cierto es que ambos dieron una imagen penosa, rígida, falsa, vacía de contenido y de forma.

Miguel Arias Cañete sorprendió al no llevar sus habituales gafas. Debió ser una de las estrategias que le habrían marcado sus asesores, él se justificó después aludiendo a que sólo las necesita para ver de lejos y que no eran necesarias, pero a estas alturas de la película no hay quien se lo crea. La apuesta más clara de su discurso, un tanto seco y tajante, fue la de la herencia recibida por parte de los gobiernos de José Luis Rodríguez Zapatero y lo bien que lo ha hecho Mariano Rajoy para que España no tuviera que pedir un rescate -¿seguro que ha sido así?- y la salida de la crisis.

Durante todo su discurso se mostró lejano, vacío de contenido, sin apuestas claras para Europa, haciendo alusión a problemas locales y sin una visión clara de conjunto.

Por su parte, Elena Valenciano dio todavía peor impresión. ¿Alguno de sus asesores le dio algún tranquilizante para los nervios? Porque la número uno de los socialistas para estas elecciones salió como dormida, como superada por la situación. En primer lugar el tono de voz era lánguido, casi no se le escuchaba, el ritmo de sus frases era lento, su capacidad de respuesta casi nula y su contenido para Europa vacío. Es el mismo discurso populista que el PSOE lleva utilizando desde que está en la oposición, centrándose más en pequeños avances sociales –que está muy bien, pero que no es lo más urgente hoy día- que en problemas angustiosos de la sociedad en general, y es que su pasado reciente como partido gobernante en España sigue siendo como la del Greco, triste y alargada. Los socialistas, mientras no cambien de caras y de política no podrán deshacerse de esa herencia y todo lo que digan va a sonar a mentira.

Por último, tras el debate, el candidato popular se ha descolgado con unas declaraciones increíbles, asegurando que un debate político entre un hombre y una mujer es «muy complicado» porque si el hombre demuestra «superioridad intelectual o la que sea» da una impresión «machista» ante una «mujer indefensa».

Este es talante, la postura, la imagen que ofrecen los dos números uno de los grandes partidos políticos en España, parece que ni ellos mismos se creen los de las Elecciones Europeas, y no están ofreciendo a la ciudadanía la importancia que realmente tienen, porque, como estamos viendo día a día, las decisiones más importantes ya no se toman desde Madrid, sino en Estrasburgo y Bruselas.

No me extraña que los partidos llamados minoritarios estén dando palmas con las orejas, porque si es esto todo lo que tienen que ofrecer tanto PP como PSOE, con estos candidatos, vamos listos. Otra cosa ya son los votos útiles y los efectos perversos de la Ley D’Hondt, pero eso ya es otra historia.

About José Luis García

Periodista con más de 25 años de experiencia, especializado en información local, inmigración, sanitaria y deportiva.

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