La ausencia de Diego Costa en la lista de la selección de cara al compromiso oficial frente a Bielorrusia y al amistoso contra Alemania ha sido vista por un sector de la crítica especializada deportiva como una muestra de debilidad de Vicente del Bosque. La campaña de acoso y derribo promulgada por Mourinho tuvo su premio. El portugués se salió con la suya y el delantero no fue citado a esta convocatoria con La Roja, aquejado de unas molestias, las cuales no le impidieron ser alineado los 90 minutos del choque ante el Liverpool, el día posterior a la citación de 23 del seleccionador español.
Del Bosque estaba en su derecho de convocar al punta se pusiera como se pusiera Mourinho. Su deber es llamar a los que estén en mejor forma. Se ponga como se ponga el entrenador del Chelsea o Maroto el de la moto. El debate es nacional. Choca la ausencia del punta habiendo jugado con su club. La selección no puede permitirse ningún tropiezo tras la debacle en Eslovaquia. Nadie duda de la calidad de los delanteros llamados por el seleccionador, pero resulta paradójico, que tras la cruzada mantenida con Brasil para que el de Lagarto se enfundase la roja, se vea privado de enfundársela en esta ocasión sin un parte médico que revele que la lesión le impida estar con su selección, pero esta vez, Del Bosque quiso hacer una excepción y sacó a relucir su vena diplomática. No le convocó en previsión de que sus molestias fuesen a más. No quiso perjudicar al delantero.
Mourinho salió beneficiado. No escucharemos sus quejas. Los oídos de Del Bosque han salido ganando. Es lógica la preocupación del entrenador de club por la salud del futbolista, pero en este caso, dado que no había jornada en ninguna liga por el parón de las selecciones, Diego Costa, tras jugar la semana anterior podría haberlo hecho perfectamente con La Roja. Del Bosque, que sabe que la partida es larga, ha sacrificado a una de sus fichas. Peligrosa jugada. Miren que si hay un fiasco frente a Bielorrusia los detractores del seleccionador dispararan con bala. Pero Del Bosque ha apostado por la diplomacia. Le ha pasado el testigo a Mourinho. El luso, con cara de acelga, le dio las gracias públicamente. Ahora, habrá que esperar a la siguiente lista para comprobar si vuelve o no a las andadas con sus quejas.
Mientras, el jugador se ha mantenido callado en medio del fuego cruzado. Mirando el caso de Sergio Busquets, Diego Costa también podría haber hecho algo más. Podría haberse mojado. El azulgrana ha venido a esta convocatoria con molestias y está tratando de llegar a tiempo de cara al compromiso frente a Bielorrusia. Esa es la palabra. Compromiso. Sergio Busquets lo tiene con La Roja. Otro Sergio, Ramos, ha utilizado este vocablo y ha lanzado un mensaje para navegantes.
“Como capitán soy el menos indicado para hablar de temas delicados. Tengo mi opinión. Son acuerdos del seleccionador con los jugadores. Yo la última vez que vine, me hice una prueba y no estaba para jugar por una roturita en el sóleo, pero hay veces que he jugado con molestias. Va en el ADN del jugador”, declaró en Radio Marca. Recadito para Diego Costa y Cesc. Los pupilos del ínclito Mourinho.
Retomando el asunto de Del Bosque con Mourinho, el seleccionador está para lo que está. Que es básicamente diseñar la relación de futbolistas para el siguiente partido de La Roja y no responder a las quejas de los entrenadores de clubes. Poca solidaridad hay por parte de ellos, pues muchos son futuribles seleccionadores en potencia. Justo será que si alguna vez lo sean les paguen con la misma moneda.
Del Bosque necesita un negociador. Un guardaespaldas. Un escudo. Alguien que le cubra y le haga ese trabajo de responder al Mourinho de turno. Una labor que puede ser ingrata y que ahorraría un desgaste innecesario del seleccionador, el cual, nos sigue sorprendiendo, pues mantiene el tipo y guarda la compostura con exquisita educación al no entrar al trapo ni contestarle con una fresca al portugués.
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About Francisco J. Molina Quirós
Desde 1988 ligado al periodismo deportivo, pero me encanta escribir sobre lo que me rodea.