Debemos agradecerle a Rosa Díez que fuera la primera en levantar la voz y enfrentarse a los dos grandes partidos políticos españoles, PP Y PSOE. Lanzar un órdago al PSOE cuando estaba en sus mejores momentos no fue nada fácil y menos crear un partido de la nada que ha ido ganando adeptos poco a poco. Pero ha sucedido lo que muchos analistas políticos ya anunciaban, el partido está carente de una base ideológica, sólo se sustenta por la figura de la lideresa. Da igual los eurodiputados, diputados o concejales que tenga, todo se sustenta en Rosa Díez. Es el referente único. Por eso está muy dolida por las críticas aparecidas por el único nombre que ha sonado un poco en las últimas elecciones europeas como es Francisco Sosa Wagner.
Rosa Díez ha asegurado sentirse «sorprendida» por la propuesta del líder de la formación magenta en Bruselas de «unir esfuerzos y lograr un acuerdo» entre UPyD y Ciudadanos, y «dolida» por las «falsas e injustas imputaciones» en un artículo de Wagner en el que calificaba el comportamiento en el ámbito del partido de «autoritario».
Díez ha criticado que «jamás» ha oído al eurodiputado defender esa posición de coalición y cree que podría haberlo hecho «en el congreso de UPyD celebrado en noviembre, y que presidió el propio Wagner», ha recalcado en varias ocasiones, o «en el consejo político del que es miembro», o «durante la campaña de primarias». «En fin, ni antes, ni durante, ni después».
Lo que subyace en esta disputa interna de UPyD no es otra cosa que el efecto Podemos. El partido de Pablo Iglesias está tambaleando los cimientos de la política española y está arrastrando a los más inconformes hacia sus posturas extremistas.
No nos engañemos, Podemos existe porque partidos como UPyD y Ciudadanos dieron el primer paso, al ser los depositarios en un primer momento de los votos de los más desengañados, pero han perdido su oportunidad. Al final, se ha demostrado que los partidos tienen que tener algo detrás más importante que una simple cara, un líder.
Podemos se está aprovechando de todos ese trabajo preliminar, del cambio de mentalidad de los españoles de poder cambiar su sentido del voto sin que eso sea una catástrofe, pero al final, si no cambian las cosas, les ocurrirá los mismo, porque su utópico programa de gobierno y de cambios sólo se sustenta en una cara, la de Pablo Iglesias.
