El segundo martes de septiembre es una hoja que hay que arrancar del calendario. Ese día en Tordesillas se comete una tropelía, una injusticia, un crimen. Con alevosía y de día. Con la cara al descubierto. Unos que los permiten. Otros que son el brazo ejecutor. Bien perpetrados y en comandilla. Eso es jugar con ventaja. Y de ser unos cobardes. Se acaba con la vida de un ser vivo. Patético. La de un toro. Un animal doble, esbelto. Indefenso, acorralado. Unos tipos con lanzas. Ya puestos, que se pongan taparrabos. Ya que no se quieren adecuar a los tiempos que vivimos que vuelvan a las cavernas y a encender fuego con dos piedras. ‘Ah! Esas las usan para tirárselas a los defensores del toro.Contraste de sensaciones en Tordesillas. Unos esbozan sonrisas. Se lo pasan de cine. De miedo. A costa de un ser vivo. Pero también hay lágrimas. Impotencia. De ese grupo que se moviliza y que da la cara, que alarga sus brazos y trata de tender sus manos para socorrer y salvar al toro condenado cada año, en territorio hostil. Claro, en Tordesillas, fiel a la tradición, se regresa por un día al pasado. Y escenifican un esperpento. Unos personajes que persiguen a un ser vivo en todo su esplendor en manadas. ¿Por qué hay que conservarlo? Que nos expliquen loa baremos para que declarasen esa escena en Fiesta de Interés Turístico. Y ya puestos y para rizar el rizo de la ignominia, sus defensores se reunieron en un congreso. Tiene huevos la cosa que lo tenga. Se les encienden la vela para pedir que el Toro de la Vega sea amparado por la Unesco.
Una fiesta para unos y en la que no está permitida la entrada de cámaras de televisión. Hacen bien en hacerlo. Esas imágenes hieren la sensibilidad de las personas de buena voluntad. Nos iremos esta noche a la cama tristes. Pensando en Elegido. Esperando y deseando que no haya más elegidos. Como nuestros políticos se lavan las manos y miran para el otro lado hay que confiar en el Parlamento Europeo. Ya nos hizo varias ‘pirulas’ y ahora tendrían una buena oportunidad para hacer justicia. Después de varios siglos. En el presente, esa imagen repele, hiere, asquea, sobra.