Francisco Granados, junto al constructor David Marjaliza, ya están en prisión sin fianza a la espera de juicio. Son, según el juez de Audiencia Nacional Eloy Velasco, los cabecillas ‘pensantes’ de esta trama de corrupción que por el momento ha afectado a varios pueblos del sur de Madrid, al presidente de la Diputación de León y que ha llegado hasta Valencia. Pero no nos engañemos, estos no es más que la punta del iceberg.
De todos los alcaldes imputados en la operación, el más importante, por el número de habitantes al que representa, es el de Parla, curiosamente del PSOE. Los otros pueblos, como Casarrubelos, Torrejón de Velasco o Serranillos son pequeños municipios que muchos madrileños no sabían ni que existían. Caso aparte merece Valdemoro, pues fue allí donde comenzó su carrera política Granados. Y decimos que no es más que la punta del iceberg, porque todavía ningún juez se ha atrevido a investigar las concesiones públicas de grandes municipios como Getafe, Leganés, Fuenlabrada o Alcorcón.
Los habitantes de estas poblaciones y, sobre todo, los empresarios de la comarca, saben que se mueve mucho dinero ‘extraño’. Que las presiones o alabanzas de los medios de comunicación locales, prensa, radio, televisión e internet, siempre van dirigidas con un fin: el de obtener contratos públicos para determinados empresarios.
Sí, por desgracia los periodistas tenemos mucha culpa en esto de la corrupción, porque en demasiados casos somos el instrumento que utilizan los empresarios sin principios morales ni éticos para obtener grandes contratos. Sí a eso se le suma las famosas comisiones a políticos, la corrupción está servida.
En la zona sur de la Comunidad de Madrid, a pesar de lo extensa y habitada que está, todo el mundo se conoce. Durante el boom inmobiliario los constructores hicieron su agosto, ya con muchas muestras de corrupción que nadie se atrevía a denunciar –“España va bien”, decía Aznar- o que no podía probar, pero lo cierto es que esos grandes constructores, una vez desinflada la burbuja inmobiliaria, comenzaron a diversificar sus negocios en otras actividades y empresas, muchas de ellas relacionadas con los servicios públicos.
Ahí es donde comienzan a aparecer personajes como Granados, que gracias a los puestos que ha ocupado en la Administración pública empieza a presionar a alcaldes para que favorezcan a determinados empresarios. Pero como Granados hay más personajes, a lo mejor menos conocidos para el gran público, o menos petulantes y cínicos –hay que ser un gran cínico para estar todos los días en los medios de comunicación abogando por la desaparición de los corruptos y luego ser uno de los más importantes- pero que hacen contratos millonarios gracias al dinero publico de los ayuntamientos.
Si se comienza a tirar de la manta el hedor sería insoportable, los casos de corrupción y de adjudicación de concursos públicos ‘ad hoc’ interminables y el número de personas imputadas desbordante para el sistema judicial español.
Este caso madrileño, que siempre lleva aparejado mayor difusión en los medios, se puede trasladar a Andalucía, Levante, Murcia, Cataluña o a cualquier otra autonomía. Es lo que nos toca vivir, porque tanto empresarios como políticos lo ven “normal”.
La regeneración política no podrá surgir nunca desde el ámbito de la política, ni PODEMOS, ni cualquier otro partido podrá contra este gran monstruo, porque al final, como decía un personaje a Tim Robbins en la inolvidable película ‘Cadena perpetua’ “nos institucionalizamos”.
La regeneración sólo podrá iniciarse partiendo del interior de cada españolito. Cuando nos demos cuenta de que el más listo y ladrón no es un ejemplo a seguir y que la envidia no nos corroa por dentro. Cuando seamos capaces de discernir que el fin no justifica los medios, y que tan respetable es un fontanero como el presidente del Gobierno. Pero eso ya lo advirtieron grandes pensadores como Ortega y Gasset, Unamuno o Pío Baroja y creo, sencillamente como ellos, que tenemos la batalla perdida, porque España es así, los españoles –incluidos vascos y catalanes-somos así.
About José Luis García
Periodista con más de 25 años de experiencia, especializado en información local, inmigración, sanitaria y deportiva.
Pues no falta razón de que los españoles tenemos interiorizado el chanchullo y la picaresca, pero quiero pensar que las nuevas generaciones no ven ni sienten las cosas igual. Quiero pensar que la corrupción viene de arriba abajo, si los que nos gobiernan se comportaran con decencia, no nos sentiríamos unos pardillos por ser honrados.