Emery y su patética excusa de la ‘teoría del presupuesto’

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Unai Emery

Siempre me pareció patética la excusa del presidente, entrenador o futbolista de turno, echándole al colegiado la paternidad de una derrota. El fallo humano estará siempre ahí. Es parte del fútbol. Pero no solo el del juez de la contienda. Hay otros que casi siempre se ocultan o pasan desapercibidos. El del técnico al errar con la táctica o un cambio. El del jugador, al fallar un gol clarísimo, cometer un penalti infantil o auto expulsarse. Pero claro, es más fácil justificarse tras una derrota sonada y dolorosa pasándole el marrón a otro.

En mi adolescencia crecí con el machacón discurso llorón de José Luis Núñez, presidente del Barcelona. Pueril su imagen. No hacía otra cosa que hablar de las ayudas arbitrales al Real Madrid. Eso sí. Cuando le beneficiaban al Barça sufría amnesia. Les suele pasar a todos. Por entonces, era el club azulgrana el que se gastaba lo que fuera por tener a los mejores jugadores. Pero año tras año fracasaba en su intento por ganar la Liga. El Real Madrid ganó algún título, pero a principios de la década de los 80, el pastel se repartió entre la Real Sociedad y el Athletic como invitados de lujo. La teoría de la conspiración de Núñez se fue en parte al  garete. A él le vino de perlas. El mandatario echaba balones fuera para no apechugar con sus continuos y sonados fracasos.

Históricamente, Real Madrid y Barcelona han sido los más beneficiados en el tema arbitral. Si Núñez me pareció lamentable, Mourinho y las quejas del Madrid de hace unos años me pareció ídem de ídem, pero de este tema no me ocupa hacerlo ahora. Si lo he tocado es como introducción a lo que me ocupa. Las pueriles excusas de los personajes del fútbol para justificar sus derrotas o ‘cagadas’. Aquí aparece Emery. El último en hacerlo. Tras caer 4-0 en el Vicente Calderón, al ‘Catedrático’ c0mo algún compañero le ha bautizado en Sevilla quiso hacer honor a su apelativo y sentó cátedra tras el partido.  “Sabemos que perder aquí, y por 4-0. Duele más, pero hay que tener los pies en el suelo y reconocer la superioridad del rival. Si un equipo ha gastado 100 millones y otro 10 no podemos esperar otra cosa”, señaló. Y se quedó tan pancho. Patético.

Según Emery, ‘La teoría del presupuesto’ lo condiciona todo, pero a veces, el maravilloso fútbol no tiene lógica. Menos mal que el Atlético no aplicó la temporada pasada la tesis del técnico del Sevilla. El Cholo jugó a la perfección al escondite. Le pasó la responsabilidad y el desgaste a azulgranas y merengues, y por una vez, ‘la teoría del presupuesto’ no ganó, aunque es cierto que su mensaje de pretemporada ya patinaba. Eso de decir que la Liga del Atlético era la del Valencia y Sevilla no se lo cree ni el ‘Tato’. Los rojiblancos están varios escalones por encima de levantinos y andaluces. No me refiero al cacareado presupuesto que pregona Emery.

Y hablando de los números, que se sepa, el Espanyol, Getafe y Córdoba, equipos a los que el Sevilla venció en lo que va de Liga, tienen un presupuesto menor que el Sevilla,  por lo que todos los todos los halagos hechos a los del Pizjuán hasta su descalabro en la ribera del Manzanares sobraron,  no tenían ninguna justificación. Era lo previsible. No tenía ningún valor esas victorias pues ganó a clubes más débiles económicamente hablando.  Que devuelva Emery las medallas en forma de adjetivos grandilocuentes que se ha llevado. Eso de gastarse poco le ha hecho grande al Sevilla, el equipo que entrena. Monchi, su director deportivo, ha hecho el milagro del pan y los peces y le ha dado al sevillismo una nómina de futbolistas que contribuyeron en una década a llenar de trofeos la vitrina del club. Que Emery venga a quejarse de presupuestos  tiene guasa.

En el ADN del Sevilla y del resto de los mortales, a excepción de Real Madrid y Barcelona, es lo que toca. Por eso tiene un gran valor cuando suena la flauta y un desfavorecido se sube a las barbas de los dos grandes del fútbol. Eso es lo que tiene más valor. Ganar títulos y partidos con un bajo presupuesto. Que Emery se deje de monsergas, justificaciones y presupuestos. Junto a él en el banquillo tuvo a Deulofeu y Denis Suárez,  y dos de los cuatro goles que recibió el Sevilla, llegaron en acciones a balón parado. Queda bonito, dan juego los titulares tras los partidos, pero que los protagonistas del circo del balón redondo se miren el ombligo. Que se dejen de ayudas arbitrales y de presupuestos. Que sean críticos antes de apuntar y disparar. Y consecuentes. Cuando se quejen por un arbitraje que les haya perjudicado que reconozcan cuando les beneficie. Aunque duela a los entornos.

About Francisco J. Molina Quirós

Desde 1988 ligado al periodismo deportivo, pero me encanta escribir sobre lo que me rodea.

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