Está claro que Pablo Iglesias, líder de Podemos, no va a dejar títere con cabeza. El eurodiputado ha señalado en el del libro ‘Conversación con Pablo Iglesias’, donde el periodista Jacobo Rivero plasma una conversación con él tras las elecciones europeas del 25 de mayo, donde dice que es partidario de establecer mecanismos de control público para regular a los medios de comunicación, o por lo menos a «una parte», y garantizar así «la libertad de prensa, sin condicionantes de las empresas privadas o la voluntad de partidos políticos». «¿Por qué no va a existir una regulación que garantice la libertad de prensa en el mejor sentido del término, sin condicionantes de empresas privadas o de la voluntad de partidos políticos? La sociedad civil tiene que verse reflejada con independencia y veracidad en los medios de comunicación?», señala en el libro.
Dicho así parece estupendo. ¿Quién no quiere unos medios de comunicación independientes y que no estén en manos de unos pocos? Pero lo que realmente asusta es pensar en ¿quién pone los límites?
Iglesias vuelve a mirar a sus utópicas Venezuela y Ecuador, donde existen leyes similares, y donde ha provocado el rechazo de gran parte de la sociedad, al considerarla una ley mordaza, pero Iglesias insiste en que tendría que haber una regulación desde el sector público porque “si el derecho a la información es un derecho democrático, la concentración de la propiedad es incompatible con ese derecho». Que le pregunte a la multitud de ecuatorianos y venezolanos que viven en España que piensan de esa ley.
Según Iglesias, dicha regulación no significa que todos los medios deban estar bajo el control del Gobierno, sino que se garantice mediante la regulación del sector de la comunicación la independencia y la veracidad de los medios.
También defiende que «la gestión de la información no puede depender únicamente de hombres de negocios y de su voluntad por permitir la libertad de expresión».
A su juicio, «no puede ser que algo tan importante, y de interés público, imprescindible para la democracia, como son los medios de comunicación, esté solo en manos de multimillonarios» y que haya una «voluntad política» de desprestigiar la información pública.
A este respecto, asegura que es un «mito» que los medios de comunicación privados ofrezcan productos de mayor calidad o de más éxito, y señala que «el problema de la privatización de los medios es que la lógica de funcionamiento es el beneficio, no el interés social ni la calidad ni la utilidad social».
Se olvida Iglesias que su salto a la fama se lo debe precisamente a sus libres intervenciones en CUATRO y LA SEXTA, que por el momento, si nadie dice lo contrario, siguen siendo medios de comunicación privados.
Pero hay más todavía, ¿Qué pasa con las páginas web como www.tucriterio.com u otras similares, o con las redes sociales. ¿También hay que controlarlas desde el sector público?
Cada vez está más claro que el líder de Podemos aspira a una sociedad pseudocomunista, estilo Venezuela, Ecuador o China y que muchas de las simpatías que había cosechado al decir cosas que todo ciudadano corriente pensaba se le están escapando entre los dedos.
¿Por qué no tendremos los españoles la suerte de tener uno políticos racionales, coherentes, trabajadores, con ideas claras y con una finalidad de servir a la sociedad y no intentar servirse de ella?