Curioso cuando menos lo que está ocurriendo con los Agentes de Movilidad en Madrid. Según una comunicación interna la central de cámaras de tráfico del ayuntamiento tendrá como misión auxiliar la «supervisión, corrección y colaboración con los agentes designados en los puestos de tráfico”.
Por supuesto, la Sección Sindical de Madrid del Colectivo Profesional de Policía Municipal (CPPM) ha criticado el posible ‘Gran Hermano’ en que se podría convertir esta circular. «Nos oponemos frontalmente a que este Gran Hermano de Movilidad se convierta en una cadena de nominaciones, cual concursante del famoso programa, en forma de expedientes disciplinarios», ha señalado en un comunicado.
Desde que Alberto Ruiz-Gallardón creara la figura del Agente de Movilidad allá por 2004 muchas fueron las críticas que recayeron sobre este nuevo empleado municipal. Y recalcamos lo de empleado porque un Agente de Movilidad no es un policía, como ya indicó en una sentencia de 2010 el TSJ de Madrid en la que dictaba que los Agentes de Movilidad no pueden realizar funciones de vigilancia, inspección, control de los transportes, ya sean públicos o privados, y sus cometidos se deben limitar a la ordenación y dirección del tráfico urbano.
La idea que vendió Gallardón es que quería que los policías se dedicaran a la labor de perseguir a los delincuentes, pero lo cierto es que a este nuevo cuerpo cada vez se les dieron más atribuciones. Los sindicatos policiales fueron los primeros en levantar la voz de alarma, porque en vez de crear nuevos puestos de trabajo para la policía se inventó una figura nueva, eso sí con unos sueldos no acordes con su responsabilidad.
La otra consecuencia fue, y sigue siendo, la falta de autoridad moral que tienen estos trabajadores entre la ciudadanía, ya que al no ser policías los altercados con ellos surgen por doquier.
Para rizar más el rizo el Ayuntamiento de Madrid quiere vigilarlos de cerca con las cámaras de tráfico, lo que da lugar a interpretar que no se fía de ellos.
A pesare haberse convertido ya en una figura habitual de las calles, los madrileños siguen sin aceptarlos, porque no se sabe muy bien cuáles son sus atribuciones y su grado de formación. Bien haría el ayuntamiento en recular y volver al Policía municipal de toda la vida, así no habría equívocos, lo que sucede es que le saldría más caro.