Nuestra clase política no da puntadas sin hilo. Pasados los efluvios de la coronación del nuevo inquilino en el trono, lo que supone básicamente un nuevo cambio en la decoración de la monarquía parlamentaria, y que la selección ha caído a las primeras de cambio, los dirigentes de nuestra querida España, debían sacarse algo de la manga para tratar de tener entretenida a la ciudadanía. La jugada de Rajoy y compañía es la futura reforma fiscal. Nuevo motivo para la crispación. Aparte de tener sensación de marioneta nos sentimos como una mascota. Cuando a estos señores les viene en gana te dan un terrón de azúcar. Como hace normalmente el dueño a su perro. Él se lo da como una señal de cariño, para premiarle. En nuestro caso, los políticos lo hacen como señuelo. Casualmente, el próximo año hay elecciones Municipales, y al siguiente, Generales. La carrera por el voto ha dado comienzo. Maniobra electoralista cien por cien. Una nueva trampa del bipartidismo.
Aparentemente, el anteproyecto de la reforma fiscal traerá una rebaja en los impuestos. Efectivamente. Para los que más ganan. Unos 73.000 contribuyentes que ingresan más de 150.000 euros anuales (un 0,3 por ciento del total de declarantes). Los que ganen entre 300.000 ó 400.000 euros se ahorrarán 3.000. Eso sí, los pensionistas y la horquilla de la clase trabajadora, (unos 11,5 millones) que percibe 11.200 anuales, apenas se verán afectados por esta rebaja fiscal. Sin olvidar a los parados, por supuesto. Al no sobrepasar su tope no pagarán impuestos. ¿Dónde están los beneficios para la clase media y baja? Veremos luego la inversión que se realizará en materias de educación o sanidad o si seguirán los recortes en ayudas sociales. Vamos, otro gol que nos meten a la ciudadanía.
