El barcelonismo anda convulso ante las dudas de Messi de acabar sus días como futbolista vestido de azulgrana. Es justificable. Es su bandera. Su icono. Ha presenciado tardes y noches mágicas de un futbolista que ha marcado las diferencias y liderado la época más gloriosa del club azulgrana en toda su historia. Al escuchar al argentino se ha cortado la respiración y acelerado el corazón a la ‘gent blaugrana’.
Pero pensándolo fríamente, la cuestión no es tan peliaguda desde la posición del futbolista. Messi tiene contrato en vigor. Hasta 2018. Y un buen sueldo. 20 millones anuales por año. Los clubes que puedan fichar al crack son reducidos, pero la última palabra la tiene el Barça. Chelsea, Manchester City, Manchester United, PSG y Real Madrid son los equipos que podrían poner hipotéticamente en la mesa los 250 millones de su cláusula. Y luego, los altos emolumentos del crack. Vamos, una operación de alta ingeniería. Y por mucho que quiera venderse, Messi, por lo que pueda estar molesto con la Directiva del Barça, como se especula, no entra en los cálculos que traicionase a la masa social del club enfundándose la zamarra blanca. La lógica parece dominar en este hipotético escenario. El argentino, seguro que valoraría en la balanza todo lo que hizo el Barça por él y no cogería el puente aéreo y acuñaría uno de los refranes más populares de nuestro país: «Es de bien nacidos ser agradecidos».
Bartomeu, que accedió a la presidencia del Barça de rebote, puesto a dedo, pues que sepa no le han elegido los socios del club, tiene la sartén por el mango. Es él, por presidir la entidad, aunque hay tesis que mantienen que es realmente Sandro Rosell el que marca las directrices desde la sombra, el que debe zanjar categóricamente la cuestión. Si realmente no quiere prescindir de Messi tiene que hacer valer el contrato firmado en mayo pasado. El dirigente ha sondeado al padre del jugador y lo primero que tendría que hacer es reunirse con el argentino. Y tirón de orejas para el dirigente y su círculo de asesores. Cuando se pronuncie públicamente sobre Messi no buscar justificaciones baratas , patéticas y pueriles como las que ha realizado.
«Messi es una persona que está sometida a una gran presión. Lo notamos. Presión de muchísima gente. A veces, por temas que no nos gustan. Por ejemplo de temas extradeportivos. Es una persona ha sido analizada por la Agencia Tributaria como si fuera el único jugador de fútbol del Estado español que lo tiene. No es el único. Hay muchos otros, pero parece el único. También es un jugador del que se habla más de sus vómitos que de estar a punto de batir el récord de Zarra”, soltó Bartomeu. Y se quedó tan pancho. Esa fue su defensa del argentino. Así quiso dorarle la píldora. Tiene narices. El barcelonismo esperaba un mensaje más contundente de su presidente: «Messi no se irá del Barça. Todos los socios y aficionados del club deben de estar tranquilos», pudo y debió haber dicho.
Así hubiera zanjado categóricamente la cuestión. Messi debe centrarse en su trabajo y cumplir anualmente como todos y rendir cuentas con el fisco. Y que se sepa, está muy bien pagado. Él se lo gana con su trabajo y es un privilegiado, pues tiene la suerte de que se lo abonen y encima disfruta de su profesión. Y que se sepa , en mayo pasado le mejoraron su contrato. Vamos, que pese a todo, Messi no ha salido perdiendo . De pobrecito y sentir pena por él, nada, señor presidente del Barça.
Y en este sentido, Bartomeu, presión la tienen los parados, que ven pasar el tiempo y siguen sin poder trabajar. Presión la tienen los ‘seiscientos euristas’ que deben hacer milagros para llegar a fina l de mes. Patética salida del presidente. Parece haber salido en una tertulia encendida en el ‘Bar Tomeu’. Lo que debe hacer el dirigente es limar asperezas y aclararlo todo con el futbolista, cuyas relaciones no parecen pasar por el mejor momento.
El argentino, según se especula, anda mosqueado porque se huele que el club le quiere traspasar tras las elecciones en 2016. Además, los celos han aflorado en el crack al ver la irrupción de Neymar que está acaparando elogios por parte del entorno y que podría traer una nueva mejora en su contrato que le equiparía a él. Messi, ya tuvo una en mayo pasado, lleva siete mejoras de contrato y Neymar puede tener la primera en su segundo año como azulgrana. En este caso, a Bartomeu le quedaría siempre la carta de la enésima mejora a Messi. Sería la octava.
About Francisco J. Molina Quirós
Desde 1988 ligado al periodismo deportivo, pero me encanta escribir sobre lo que me rodea.