El boom de la inmigración en España y, por supuesto en Madrid, provocó que la anterior presidenta de la Comunidad se sacara de la manga una nueva Consejería, la de Inmigración, al frente de la cual sitúo a la actual consejera de Educación Lucía Figar. Con ella, y con Javier Fernadez-Lasquetty posteriormente, se intentó dar la sensación a la opinión pública de que en Madrid, efectivamente, nadie es extranjero y se crearon los Centros de Participación del Inmigrante (CEPI). Hasta 17 centros de distintas nacionalidades llegó a tener la Comunidad de Madrid. Ahora sólo quedan ocho.
El actual consejero de Asuntos Sociales, Jesús Fermosel, de quien depende ahora Inmigración como una dirección general, ha afirmado que la Comunidad de Madrid destina este año 1.315.000 euros para subvencionar los proyectos desarrollados por entidades sin ánimo de lucro que tengan como fin contribuir a mejorar las condiciones de vida de la población inmigrante en situación de exclusión social y facilitar su integración sociolaboral.
Además ha vuelto a destacar que los CEPI distribuidos en la región ofrecen actividades de apoyo escolar, formación, orientación para la búsqueda de empleo, conferencias, y actuaciones culturales y deportivas. Y ha arrojado cifres, como que el año pasado, el 48% de las actividades realizadas en los CEPI se dirigieron a la formación laboral y orientación en la búsqueda de empleo. Se realizaron más de 2.300 acciones (cursos y talleres), además de asesoría laboral y el servicio de networking (preparación de currículos para Internet, redes sociales y Webs específicas de empleo). Más de 120.000 personas -entre inmigrantes y autóctonos- participaron en dichas actuaciones. El 49% participó principalmente en las acciones de networking, el 47% asistió a los cursos (de autoempleo, informática, idiomas u hostelería, etc.) y el 4% solicitó orientación individual en esta área laboral.
Todo idílico, pero uno, que conoce bien los entresijos de lo que fuera la Consejería de Inmigración, y sobre todo los CEPI, donde estuve de responsable de comunicación de un par de ellos, tiene el deber moral de señalar que los CEPI no sirvan para nada. Bueno, sí han servido, para dar las concesiones a las fundaciones y ONG más cercanas al PP Madrileño, como la Fundación Iberoamérica Europa, CESAL, AESCO, Fundación Tomillo, etc. muchas de ellas con un marcado carácter conservador, cercanas al Opus Dei y a los Legionarios de Cristo.
Porque hay que decir que los CEPI, aunque dependen de la Comunidad de Madrid, están gestionados por entidades privadas a las que se les otorgaba una jugosa subvención, nada menos que 700.000 euros por cada CEPI (había entidades que gestionaban más de un centro) en el año 2010. Ahora no sé exactamente cómo estará la subvención, pero por aquellos años, en los centros de participación trabajaban muchos profesionales que tenían una cualificación profesional que exigía la propia Comunidad. Desde juristas, a mediadores sociales, periodistas… pero todo aquello se fue deteriorando y ninguno de los centros cumplía con los requisitos de personal que exigía la Comunidad. En su lugar se fueron sustituyendo por voluntarios a los que no se les pagaba nada, cuando ellos seguían cobrando la subvención.
Pero lo peor de todo, es que los centros, en su mayoría, se convirtieron en pasatiempos para la tercera edad con sus clases de bailes de salón, de gastronomía o de vídeo club. Los cursos que se otorgaban de informática o de búsqueda de empleo, subvencionados a su vez por otras instituciones, no cumplían los requisitos mínimos. Es más, en muchos casos se inflaban el número de participantes para justificar así la subvención. La Asesoría Jurídica, uno de los apartados con más éxito, estaban regidos por abogados voluntarios, a quienes se les gratificaba económicamente siendo luego profesores de los cursos para los que no tenían preparación. Las cifras de usuarios, porque siempre tenía que haber extranjeros y españoles, estaban todas infladas y se hacían semanas culturales, exposiciones y muestras que desprendían un tufillo a algo raro, sobre todo cuando se trataba de la comunidad china, ya que por allí no aparecía nadie, sólo grandes empresarios chinos en el día de la inauguración.
Tanto IU como PSOE siempre han andado con la mosca detrás de la oreja, pero por desgracia para todos nunca pudieron demostrar todas estas irregularidades, por ineptitud, o porque tampoco estaban muy interesados porque no tenían autoridad dentro de sus propios partidos, de lo que se aprovechaba el PP madrileño.
En definitiva, una buena idea como fueron los CEPI se la cargaron desde el principio por beneficiar a los amiguetes de turno y utilizar a los inmigrantes como pantalla, porque realmente los inmigrantes les importaba un bledo.
About José Luis García
Periodista con más de 25 años de experiencia, especializado en información local, inmigración, sanitaria y deportiva.