Ya no hay duda de que los más de 400 seísmos registrados en el norte de la provincia de Castellón a finales del año pasado fueron causados por culpa de la plataforma de gas Castor tras darse a conocer el informe del Instituto Geográfico Nacional (IGN) «que confirma la relación causa-efecto entre la actividad de la planta y los más de 400 terremotos».
Para aquellos que no tengan muy claro qué es lo que ha sucedido hay que indicar que en pleno Mediterráneo, frente a las paya del Castellón, hay una gran falla, denominada Amposta, que se ha utilizado como almacén para guardar existencias de gas natural procedente de Argelia como previsión a una posible crisis en el suministro de este combustible tan necesario para la sociedad española. El depósito aprovecha la existencia de un antiguo yacimiento petrolífero agotado en los años 70, para inyectar gas natural proveniente de la red estatal de gaseoductos a una profundidad de 1750 m bajo el mar.
En principio la idea no es mala, se encuentra un depósito natural vació en la tierra y se utiliza como almacén. Lo que llama la atención es que no se hayan hecho todos los estudios necesarios e imprescindibles para saber qué consecuencias podría tener este almacenamiento. Los expertos se escudan, como dice también el informe, que los terremotos “son de origen tectónico, consecuencia, probablemente, de esfuerzos almacenados previamente en una o varias fallas próximas”. Y es que el análisis revela que el fenómeno no está relacionado con la falla de Amposta, como se creía en un inicio, sino con otra desconocida.
Muchas son las voces que se han levantado en contra de esta planta, desde organizaciones ecologistas hasta formaciones políticas y vecinales, desde que se inauguró a mediados del año 2012. Es de justicia que se ofrezca una solución definitiva, pues el informe no dice nada de lo que sucederá en un futuro si se sigue almacenando gas en la falla y los habitantes de toda la parte sur de Tarragona y Norte de Castellón no pueden vivir con esa intranquilidad.
Miguel H.H.