El Atlético vuelve a medirse al Olympiacos. Hace 21 años lo hizo por última vez. Fue en la ida de los cuartos de final de la Recopa. Los rojiblancos lo pasaron muy mal en el Olímpico de Atenas, escenario entonces del choque. El equipo entrenado por Pastoriza sufrió en sus carnes los malos modos del cuadro local, y sobre todo, el infierno griego creado en las gradas. La afición del Olympiacos no se cortó y sacó todo su arsenal para tratar de intimidar al Atlético. No solo con sus gritos de aliento hacia los suyos. En ‘Tres décadas en rojiblanco, ’(Punto Rojo) escrito por Francisco J. Molina, se detalla este partido. ‘El Atlético sale vivo del infierno griego’. Así se relata.
Jueves 7 de marzo. Olímpico de Atenas. El Atlético se medía al Olympiakos en la ida de los cuartos de final de la Recopa. Ambiente prebélico en las gradas: bengalas, crispación. Lo normal es que los rojiblancos se arrugasen. Todo lo contrario. A los 11 minutos, Moya hizo el 0-1. El fútbol de toque se imponía a las brusquedades helenas. Los de Pastoriza pudieron sentenciar la eliminatoria en el primer tiempo, pero la madera se cruzó en su camino. Hasta cuatro veces hicieron astillas ante el marco de Mirtsos, en una de ellas, tras un penalti lanzado por Luis García.
Tras la vuelta del descanso, el Atlético pasó del olimpo al infierno. Los acontecimientos se precipitaron tras el 1-1. Minuto 63, Vaitsis anotó aprovechándose de que el balón quedó suelto en el área tras un salto con Abel Resino. Olympiakos intensificó su estrategia en el verde con un abusivo bombeo de balones a la olla, mientras que la grada no paraba de animar y meter presión. El estadio era una caldera. Para subir más la temperatura, los futbolistas griegos sacaron a relucir sus malos modos con provocaciones y entradas a destiempo. En una de ellas, Manolo Alfaro fue cazado tras una alevosa coz de Pahaturidis. El alcalaíno se retorció en el suelo dando muestras de dolor. Dos jugadores del Olympiakos se le acercaron, le cogieron y le sacaron del campo. Hasta allí fue corriendo para socorrerle, Aureliano Cachadiñas, masajista colchonero. “Estaban tratando de sacar a Alfaro del campo como si fuera un fardo y yo traté de impedirlo. Entonces llegó un tío con barba y abrigo marrón y me dio una patada. Después, apareció el jugador número 16 (Savidis) y me soltó un puñetazo que casi me arranca la cabeza”, recordó.
Juan Sabas, que estaba calentando detrás de la portería del conjunto heleno, trató de intervenir, pero fue agredido por un miembro de la policía griega. Luego, el extremo recibiría un mecherazo. Con su habitual gracejo, el delantero dio su particular versión a lo acontencido en el Olímpico de Atenas. “¿Miedo? En Leganés las he visto peores”, precisó. Lo cierto es que lo sucedido esa noche fue impresionante. Las tanganas comenzaron a florecer en el césped: empujones, golpes, insultos. Los lanzamientos de objetos: monedas, botellas, e inclusos sillas, fueron continuos. El trío sueco encabezado por Larsson hizo gala de su nacionalidad y del dicho español: “se hizo el sueco”. El trencilla viendo el cariz que estaba tomando la cosa decidió dar por finalizado el encuentro antes de que Schuster lanzase un saque de esquina. Al alemán le cayó de todo desde la grada. ¡Y cómo no alguna que otra botella! El alemán cogió una y se fue dirección al sueco para entregársela, pero fue inmediatamente rodeado de rivales. Uno de ellos, Tsaluhidis, comenzó a decirle de todo y a forcejear con él para arrebatarle el objeto. Mientras, Mitsibonas obsequió a Roberto Solozábal con un cabezazo.
Al alemán le costó cruzar la línea del campo y luego ganarse el vestuario. De camino hacia allí fue golpeado por un policía en una rodilla. “La policía en vez de poner paz contribuyó al espectáculo. Ha pasado de todo en el túnel”, aseguró Moya. Jesús Gil, que vio desde el palco todos los incidentes, bajó como un rayo hacia la zona de vestuarios. “Bajé para que no liquidaran a los jugadores, porque los policías eran peores que los espectadores”, dijo el dirigente, el cual las tuvo tiesas con los directivos del Olympiakos, y luego con los agentes del orden y el meta Mirtos. “A ver si eres tan valiente en Madrid”, le espetó. Antes se le oyó gritar en el palco: “Esto es peor que África”, al contemplar la agresión a Cachadiñas.