El fichaje del central es la gran asignatura pendiente del Barcelona. Un nuevo verano, Andoni Zubizarreta tiene el objetivo de fichar a un zaguero. La opción de Puyol desapareció. El capitán se retiró, pero eso sí, es su adjunto ahora. Cuatro ojos verán mejor. Desde la llegada de Piqué en 2009, el cuadro azulgrana ha pinchado en hueso. Y eso que la llegada de Mascherano en 2010 le ha quitado más de un quebradero de cabeza. Pero el argentino no llegó como zaguero. Circunstancialmente, ‘El Jefecito’ se tuvo que reciclar y se afianzó en esa demarcación. El glamour culé no resultó ser tan impactante para Thiago Silva o David Luiz. La falta de ‘’cash’ resultó decisiva. Se vendió mucho humo, pero la pela es la pela. “Sin pasta no hay central” le debieron decir el PSG y Chelsea a Rosell y Zubizarreta. El Barça no quiso llegar a las cifras que le solicitaron. Con ellos no iba la política derrochadora ni hacer saltar la banca del mercado futbolístico como hacia el Real Madrid, según mantenían. Doble moral, pues tuvo dinero para fichar a Neymar. En vez de tapar un agujero se hizo un dispendio que no venía a cuento. La posición del brasileño estaba bien cubierta, algo que no se podía decir en el centro de la línea defensiva. Pero quitarle un fichaje al real Madrid valía la pena. Una contratación vendida como una ganga que ahora no lo parece. “Lo barato siempre es caro”. Para eso lo dicen las madres.
El experimento de Chigrinsky, por el cual se pagaron 25 millones, para luego un año después, traspasarlo por 10 menos, hizo mucho daño en la política de inversiones de fichajes del Barça en la defensa. En el cuadro azulgrana no ha habido visión de futuro. El ‘Plan Renove’ en la zaga era un secreto a voces, pero no ha habido previsión y ha habido varios veranos, el último, por ejemplo, en el que nos realizó ningún movimiento. Ahora, sin ‘Puyi’ es una cuestión de estado.
En el Barça no han escatimado en alardear de modelo de cantera. Han sabido echar las redes en momentos puntuales sobre futbolistas de proyección. En cuanto a su política de fichajes para reforzar el puesto de central ha sido una rémora. Nefasta. Nula. Hay varios casos que lo demuestran. El Barça le echó el ojo a Laporte hace un año. El central del Athletic vio en unos meses que su cláusula de rescisión pasó de 18 millones a 36. Algo similar con Mathieu. El central francés renovó con el Valencia hasta 2017 y su cláusula se tasó en 20 millones. Hace un año, el club de Mestalla pedía al Barça entre 6 y 7 millones por su traspaso.
Marquinhos, del PSG, es el gran objetivo. Los galos pagaron 32 millones por el brasileño el pasado. El Barça lo quiere fichar por menos. Son unos genios en la ingeniería de los fichajes. Quieren meter en la operación a Daniel Alves. No creo que cuele. Deberán sacar la chequera. La ficha del lateral no es una bicoca. El jeque del PSG tendrá pasta, pero no creo que vaya de primo por la vida.
Ahora, el cuadro culé le ha ha echado el ojo a Koke. El vallecano ha visto también variada su cláusula. De 24 millones pasó a ser de 60. En el cuadro azulgrana ven prohibitiva esa cantidad y van a apelar a que el futbolista presiona el Atlético para que rebaje sus pretensiones. Otro canto de sirena. Otra vez, el Barça volverá a pinchar en hueso. Koke no pasará por el aro culé. Si le quieren, que acoquinen la cláusula. Ese es el mensaje lanzado por Cerezo. Lo bueno, es que el Barça va a ingresar dinero fresco por la presumible venta de Cesc. 40 millones le pueden caer. Lo que debe hacer ahora es fijar bien su prioridad, que es la llegada de un central, y aunque no lo quiera, deberá rascarse el bolsillo. El traspaso de Cesc le dejará retratado. Al United se le une ahora el presunto interés del Chelsea. El odiado Mourinho va traerle un porrón de millones. Este verano ya no tiene excusas. Lo que obtenga por Cesc deberá ser invertido en gran parte por el central. Será una inversión de futuro.
About Francisco J. Molina Quirós
Desde 1988 ligado al periodismo deportivo, pero me encanta escribir sobre lo que me rodea.