El Atlético, ‘made in Luis Aragonés’ fue todo un espectáculo jugando al contragolpe. En los benditos 80 y 90. Landáburu, Quique Setién, Schuster, como lanzadores y Rubio, Cabrera, Futre, como flechas y Hugo Sánchez, Da Silva o Manolo, como matadores, que buscaban la sincronización y la efectividad en sus mecánicos movimientos. Una delicia.
Décadas después, otro equipo enamoró con sus contras: el Real Madrid de Mourinho. Entonces, se abrió un debate insulso por la búsqueda de la mejor manera de jugar. Por un lado, el fútbol de toque que defendía el Barça de Guardiola. Por otro, el del contragolpe del Madrid de Mourinho. La versión española de menottistas y bilardistas. Una manera de ampliar la rivalidad en el puente aéreo y que algunos buscasen protagonismo con sus tesis. Absurdo. Cómico.
Las dos maneras son lícitas. Ni una es lo excelso ni la otra lo vulgar. Son dos conceptos que se brindan. Dos vías a elegir que básicamente dependen del corte de los futbolistas. Desde Barcelona se miraba por encima del hombro, se menospreciaba la apuesta del contragolpe. Allá ellos. Tiene su encanto. Es explosivo, vertiginoso, emocionante.
Sí, estéticamente a nadie le amarga el fútbol bonito, pero eso de que es preferible hacerlo aunque se pierda es una auténtica milonga. A los que nos gusta el fútbol de vértigo nos encanta que los partidos suban de revoluciones a base de contras. A veces, el toque insistente resulta aburrido, cansino, irritante, desesperante. Una cosa es combinar hasta la saciedad para buscar el marco contrario y no con el fin de ralentizar el juego o hacerlo para que el balón no lo tenga el rival. Fútbol control más que de espectáculo. Cuestión de gustos.
Ahora, el Barça ha cambiado su concepción, su libro de estilo. El contragolpe es su apuesta. Es entendible. La velocidad de Neymar, Messi, Luis Suárez, Jordi Alba son suficientes argumentos para explotar esta vía. En la vuelta copera ante el Atlético mostró sus credenciales y rentabilizó su poderío saliendo en estampida. Dio la puntilla en dos acciones para enmarcar y culminadas por Neymar. ¿Qué dirán ahora aquellos del entorno culé que ninguneaban el contraataque? Será divertido ver cómo dan la vuelta a la tortilla. Los azulgranas se suman a la fiesta. Como Real Madrid y Atlético. Neymar y compañía se unen a Bale y a Griezmann con los suyos. Barça, bienvenido al contragolpe.
El Atlético-Barça dejó otras lecturas. Los azulgranas han dado un golpe en la mesa y de los tres grandes son los únicos que optan a lograr la triple corona. Desde la derrota en San Sebastián, el Barça puso su contador a cero. 25 días después, los blaugranas suman seis victorias seguidas en otros tantos partidos. 22 goles a favor y tres en contra. La maquinaria parece engrasada, mientras que la del Real Madrid se ha atascado y la del Atlético parpadea, aunque sigue con su filosofía de partido a partido. El que pensaba que el Madrid iba a mantener el trepidante ritmo toda la temporada es un iluso. Esto es fútbol. Su fondo de armario es preocupante. Los del banquillo no aportan. Ancelotti solo tira de 13 futbolistas y eso conlleva un riesgo. Y los merengues lo están notando desde que 2015 está con nosotros.
A principios de enero parecía haber tocado fondo tras la derrota en Anoeta y Luis Enrique tenía los días contados. Su cabeza dependía la ida de cuartos ante el Elche, pero sobre todo de la visita del Atlético al Camp Nou. El 3-1 le salvó de pasar por la guillotina. Su mejor aliado, Messi. El argentino, picado por el segundo Balón de Oro consecutivo de Cristiano, y por el reto lanzado por el portugués de alcanzarle y superarle, se puso las botas de nuevo. Y está sacando su mejor versión con goles, asistencias, y sobre todo, con su actitud. Ya no se esconde como en el curso pasado donde levitaba por el césped.
El Atlético-Barça dejó otras imágenes. Hemos criticado el gesto de Cristiano Ronaldo en Córdoba de limpiarse la escarapela del escudo de campeón del Mundialito y de su agresión a Edimar. Se inició un debate sobre la conveniencia de que Competición estudiase la acción a través del vídeo. ¿Ahora qué pasa con Arda? La acción del turco lanzándole la bota al juez asistente lo nunca visto. El rojiblanco perdió un borceguí y luego la cabeza. El turco se libró de una buena. Ni el línea, colegiado y cuarto árbitro vieron su lanzamiento que pasó cerca de la cabeza de un concentrado juez asistente. Sorprendentemente, todo quedó en una amarilla. El futbolista y el Atlético respiraron. Pueden dar gracias porque la sanción pudo haber sido de escándalo. Fue una tentativa de agresión. Le salvó su mala puntería y que no fuese pillado por los seis ojos que debían poner orden.
Alguien en el Atlético deberá darle un toque. Nada de abrazos, por parte del Cholo, ni sonrisas, de Mario Suárez. Se merece que le lean la cartilla. Un profesional no puede perder los papeles de esa forma. Insólito ver a un jugador de alto nivel lanzando una bota a un miembro del cuerpo arbitral.
Otro que debe cortarse un poco es Neymar. Está de dulce. Enorme. Brilla con luz propia con permiso del gran Messi, pero le sobran los gestos. ¿Qué les pasa a los cracks con los gestos? Que se ponga a hacer caños o sombreros, sensacional. Pese a que les pueda molestar a sus rivales. Que no se corte ni pierda su desparpajo. El azulgrana desquició al Atlético en toda su extensión: jugadores, cuerpo técnico y afición. En el descanso, por su culpa, se montó un amago de tangana en el que se vio involucrado ambos banquillos. Se vio una imagen impactante. Fernando Torres perdió las formas por primera vez y se encaró con él. Neymar debe recapacitar. Tiene que dedicarse a lo suyo. A jugar al fútbol, a hacer disfrutar a sus seguidores y suspender sus bailecitos mirando a la grada contraria a la hora de celebrar sus goles. Viene haciéndolo últimamente. Ya le han tomado la matrícula.
Por último, Gil Manzano huele a nevera. Calamitoso. El colegiado extremeño no tuvo un buen día. Penalti inexistente de Mascherano a Juanfran (la posible falta fue encima fuera del área), se comió un penalti por unas manos de Jordi Alba dentro del área, antesala de la jugada del 2-3, expulsó a Gabi por un nimio comentario en el túnel de vestuario y solo mostró amarilla a Arda por su lanzamiento de bota.
About Francisco J. Molina Quirós
Desde 1988 ligado al periodismo deportivo, pero me encanta escribir sobre lo que me rodea.